El Papa alaba la «valentía» de las enfermeras beatificadas en Astorga - Alfa y Omega

El Papa alaba la «valentía» de las enfermeras beatificadas en Astorga

«Han arriesgado y fueron asesinadas por odio a su fe. Demos gracias al Señor por su testimonio evangélico», ha dicho tras el rezo del ángelus

Redacción
El Papa Francisco, en un ángelus reciente.

El Papa Francisco ha celebrado este domingo la «valentía» de las tres jóvenes enfermeras asesinadas durante la Guerra Civil española por «odio a la fe» y que fueron beatificadas este sábado en la catedral de Astorga (León), informa Efe.

Eran Maria Pilar Gullón, de 25 años, Octavia Iglesias, de 41, y Olga Pérez-Monteserín, de 23, que han subido a los altares por su ayuda a los heridos en el frente de guerra en Pola de Somiedo y por morir in odium fidei (odio a la fe), según resolvió el proceso religioso que dictaminó el caso. Perdieron la vida en los primeros días de la Guerra Civil durante un ataque al Hospital Puerto de Somiedo, en Asturias.

«Estas tres mujeres laicas, valientes, imitando al buen samaritano, se dedicaron a curar a los heridos de la guerra sin abandonarles en el momento del peligro», ha dicho el Pontífice desde la ventana del palacio apostólico tras el rezo del ángelus.

Y ha agregado: «Han arriesgado y fueron asesinadas por odio a su fe. Demos gracias al Señor por su testimonio evangélico». Finalmente, ha invitado a los fieles que le escuchaban desde la plaza de San Pedro del Vaticano a aplaudir a las nuevas beatas de Astorga.

La unidad, esencial

Al hilo de la fiesta de la Santísima Trinidad, Francisco ha señalado que este misterio nos fue desvelado por el mismo Jesús: «Él nos hizo conocer el rostro de Dios como Padre misericordioso; se presentó a sí mismo, verdadero hombre, como Hijo de Dios y Palabra del Padre; habló del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, Espíritu de la Verdad, Espíritu Paráclito, es decir, nuestro consolador y abogado».

Para el Papa, esta fiesta «nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal». Por tanto, en el anuncio del Evangelio y en toda forma de misión cristiana –ha añadido– no se puede prescindir de esta unidad invocada por Jesús; la belleza del Evangelio requiere ser vivida y testimoniada en la concordia entre nosotros, que somos tan diferentes.

«Y esta unidad es esencial para el cristiano: no es una actitud, una forma de decir… ¡No! Es esencial, porque la unidad nace del amor, de la misericordia de Dios, de la justificación de Jesucristo y de la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones», ha concluido.