El Papa abre el Sínodo condenando la colonización frente a la evangelización
Francisco preside la apertura del Sínodo para la Amazonía y advierte del riesgo de caer en «una pastoral de mantenimiento» ante las necesidades de «muchos hermanos y hermanas en la Amazonía que llevan cruces pesadas y esperan la consolación liberadora del Evangelio y la caricia de amor de la Iglesia»
Este domingo el Papa Francisco ha lanzado un claro mensaje a todos los obispos que participarán en el Sínodo para la Amazonía: «somos obispos porque hemos recibido un don de Dios» y sin embargo, muchas veces el don de Dios «no ha sido ofrecido sino impuesto» y «ha habido colonización en vez de evangelización». Con estas palabras el Papa Francisco ha arrancado su homilía durante la Misa de apertura del Sínodo para la Amazonía en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Francisco ha continuado recordándoles que han recibido un don «para ser dones», y este don «no se compra, no se cambia y no se vende: se recibe y se regala» pero si se aprovechan de él, «dejan de ser pastores y se convierten en funcionarios». Es por ello que no se deben olvidar del término «siervos inútiles» expresado en el Evangelio; una expresión —dice el Papa— que también puede significar «siervos sin beneficio», es decir, «que no nos esforzamos para conseguir algo útil para nosotros, sino que gratuitamente damos porque lo hemos recibido gratis».
No a la pastoral de mantenimiento
Por otro lado, el Pontífice les ha expresado que para ser fieles a su misión, deben recordar las palabras de san Pablo cuando habla de «reavivar el don». Para el Papa Francisco, «reavivar» es «dar vida al fuego», y esto significa que «el don que han recibido es un fuego que no se alimenta por sí solo», muere si no se mantiene vivo, y si los obispos limitan sus días a una pastoral «de mantenimiento» para los que ya conocen el Evangelio de Cristo, «el don desaparece, sofocado por las cenizas de los temores y por la preocupación de defender el statu quo».
Hablando de este «fuego que reaviva el don», Francisco asegura que es el Espíritu Santo y no es un espíritu «cobarde, sino de prudencia», virtud que no se debe confundir con la timidez o el temor, si no que «es la virtud del pastor, que, para servir con sabiduría, sabe discernir, sensible a la novedad del Espíritu». Además, este «fuego de Dios» no es un fuego «que se extiende y devora», pues «cuando los pueblos y las culturas se devoran sin amor y sin respeto —dice el Papa— no es el fuego de Dios, sino del mundo». Y es aquí cuando el Papa ha condenado todas las veces que este don de Dios «no ha sido ofrecido sino impuesto», y todas esas veces que «ha habido colonización en vez de evangelización».
El Papa ha invitado también a «sufrir y vivir por el Evangelio», porque «anunciar el Evangelio es vivir el ofrecimiento, es testimoniar hasta el final, es hacerse todo para todos, es amar hasta el martirio». En este sentido, el Papa se ha parado un momento para agradecer a Dios por todos los «cardenales mártires» que han probado, en la vida, la cruz del martirio.
Al final de su homilía, Francisco ha pedido a los obispos que comiencen «mirando a Jesús Crucificado» porque desde allí «ha brotado el don que nos ha generado; desde allí ha sido infundido el Espíritu Santo que renueva». «Muchos hermanos y hermanas en Amazonia llevan cruces pesadas y esperan la consolación liberadora del Evangelio y la caricia de amor de la Iglesia y es por ellos y con ellos que debemos caminar juntos», ha concluido.
Posteriormente, tras el rezo de la oración del ángelus ante numerosos peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco recordó que acababa de concluir, en la basílica de San Pedro, la celebración eucarística de apertura de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, y explicó que «durante tres semanas los Padres sinodales, reunidos en torno al Sucesor de Pedro, reflexionarán sobre la misión de la Iglesia en la Amazonía, sobre la evangelización y sobre la promoción de una ecología integral». Por esta razón pidió a los fieles y peregrinos presentes en la plaza de San Pedro y a quienes lo seguían a través de los medios de comunicación que «acompañen con la oración este importante evento eclesial a fin de que se viva en comunión fraterna y en la docilidad al Espíritu Santo, que siempre muestra los caminos para el testimonio del Evangelio».