El Papa a los pediatras: que la sanidad sea incluyente y que las curas no sean solo para ricos
Audiencia a los miembros de la Fundación Italiana de Médicos Pediatras: «que el progreso ha no sea a expensas de la persona»
El Papa Francisco no leyó ningún discurso para dirigirse a los veinte miembros de la Federación Italiana de Médicos Pediatras que fueron recibidos hoy en el Vaticano. «No quiero pronunciar esto, quisiera decir algo improvisando», dijo al comenzar la Audiencia en la Sala de los Papas, pero entregó el discurso que había escrito a los representantes de este sindicato (que se define libre, autónomo y sin partido) fundado en Turín en 1971 y que engloba a alrededor del 90 % de los pediatras que forman parte del Servicio Sanitario Nacional italiano.
Evidentemente el Papa quiso ir más a fondo en relación con algunos temas y ofrecer mayores puntos de reflexión a los profesionistas que se ocupan del bienestar de los niños. Pero esto no quiere decir que el documento que había preparado no afronte cuestiones también espinosas. Como la de una sanidad más solidaria e incluyente, considerando que «cada vez más a menudo la prevención y las curas se convierten en prerrogativa de quienes gozan de cierto tenor de vida y, por lo tanto, se las pueden permitir», indicó el Pontífice.
Bergoglio animó a médicos a trabajar para que «esta desigualdad no se sume a las ya tantas que afligen a los más débiles», asegurando «a todos asistencia y prevención, como derechos de la persona». El Papa expresó su deseo de que los pediatras puedan obrar «con seriedad y dedicación» convirtiéndose en «promotores de una cultura y de una sanidad solidarias e incluyentes». «Precisamente, la atención hacia las personas, de hecho, además de la competencia científica, es una característica esencial de su profesionalidad, de la que es parte integral la capacidad de escuchar, de comprender, de inspirar confianza».
Refiriéndose a nuestra época, en la que «las numerosas comodidades y los desarrollos tecnológicos y sociales se pagan con un impacto cada vez más invasivo en la dinámica natural del cuerpo humano», el Papa subrayó que es «urgente» implementar un «programa serio de educación sobre la salud y estilos de vida que respeten el organismo, de modo que el progreso no sea a expensas de la persona».
«La edad de la que ustedes se ocupan, desde el nacimiento hasta la adolescencia, es, sin duda, la más evolutiva de la vida humana, y exige un conocimiento global sobre el cuerpo humano y sus patologías –recordó. Se puede tratar de comprender y afrontar problemas circulatorios en un niño recién nacido, o del aparato digestivo de un niño de diez años, o cuestiones físicas y psíquicas relacionadas con la pubertad».
Este tan amplio abanico de competencias exige tanto «una profunda formación de base» como «una constante actividad de actualización», recordó Francisco, exhortando a los especialistas a no descuidar otro aspecto complejo de su profesión: la «relación constante» con los padres de los niños, «primeros custodios y responsables de sus pacientes». «No solo piden su competencia médica, sino que también buscan una seguridad desde el punto de vista humano, encomendándoles lo más precioso que tienen», dijo.
«En cuanto a la relación con los niños», añadió, «están dotados de antenas poderosas, captan inmediatamente si estamos bien dispuestos o si estamos distraídos, porque tal vez nos gustaría ya haber acabado el turno, o apurarnos más, o encontrar a un paciente que grite menos… También ustedes son hombres y mujeres, con sus preocupaciones, pero sabemos también que están entrenados a la sonrisa, necesaria para infundir valor y abrirse una brecha de confianza en los más pequeños; y también las medicinas, así, son más eficaces».
Al respecto, Bergoglio hizo propias las palabras del doctor Franco Panizon, «colega y maestro» que hablaba de dedicación incondicional: «¡Que nunca descansen la cabeza sobre la almohada si antes no hicieron todo lo que estaba en su poder por ellos!», decía. El médico triestino exhortaba a sus colegas a ir «tener una parte, pequeña, pero importantísima, en el escribir la cultura y, por lo tanto, la historia de nuestro tiempo»; por esta razón invitaba a «ver “más allá”, es decir más allá de la enfermedad y de las contingencias, más allá del momento presente, más allá de la propia persona o del propio cansancio». «No pienses solo en el hoy de tu paciente; piensa también en su mañana», repetía a menudo. «No pienses solo en tus pacientes, sino en todos los pacientes; no solo pienses en los presentes, sino también en los lejanos y futuros».
Vivido con esta actitud, concluyó el Papa, «el trabajo que ustedes desempeñan representa una verdadera misión, que involucra tanto la mente como el corazón y, de alguna manera, no conoce interrupciones puesto que, aunque existan periodos de vacaciones y pausas de la actividad laboral, su profesión los acompaña siempre, y los involucra mucho más y más profundamente que las horas durante las cuales están en sus lugares de trabajo».
Es un verdadero «estilo» que impulsa al pediatra a ampliar la mirada, imaginando «el contexto social y el sistema sanitario más justos para el futuro». Y también lo lleva a desear ponerse «al servicio, con humildad y competencia, de toda persona».
Salvatore Cernuzio / Vatican Insider