El Papa a los jóvenes: La Iglesia está dispuesta a cambiar. ¿Pero y vosotros?
«Escuchar» a los jóvenes, dice Francisco ante un grupo de Brescia, significa «disponibilidad para cambiar algo»
Escuchar a los jóvenes significa efectivamente tomar nota de sus peticiones y, llegado el caso, estar dispuesto a cambiar. Así lo ha afirmado este sábado el Papa ante un grupo de jóvenes de Brescia, la diócesis de Pablo VI.
«Cuando digo ”escuchando” realmente también me refiero a la disponibilidad para cambiar algo, para caminar juntos, para compartir sueños», añadió Francisco.
En respuesta a la pregunta de un joven sobre si realmente creen los obispos que los jóvenes pueden ayudar a la Iglesia a cambiar, el Papa respondió: «Me importa mucho que el próximo Sínodo de los Obispos, que tratará de Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, se prepare escuchando realmente a los jóvenes. Y puedo atestiguar que se está haciendo. También me lo demostráis vosotros, con el trabajo que se está llevando a cabo en vuestras diócesis».
El Obispo de Roma, sin embargo, invitó a su vez a los jóvenes a preguntarse hasta qué punto están dispuestos ellos a escuchar a Jesús. «Si estáis aquí creo que es así, pero no puedo y no quiero darlo por sentado. Que cada uno de vosotros reflexione para sí mismo, en su corazón: ”¿Estoy dispuesto a hacer míos los sueños de Jesús? ¿O tengo miedo de que sus sueños pueden perturbar mis sueños?”».
Sobre esta idea, Francisco explicó que el Reino de Dios significa amor a Dios y amor entre los hombres, «formando una gran familia de hermanos y hermanas con Dios como Padre, que ama a todos sus hijos y se llena de alegría cuando uno que se ha perdido vuelve a casa». «Este es el sueño de Jesús. Pregunto: ¿Estáis dispuestos a hacerlo vuestro? ¿Estáis dispuestos a hacerlo vuestro?», insistió Francisco.
El Papa animó a los jóvenes a «dejar al hombre viejo que hay en cada uno». «Se trata de dejar el yo egoísta, las esclavitudes interiores el pecado, lo que nos hace morir por dentro», añadió. «Solo Él, Jesús, puede salvarnos de este mal, pero necesita nuestra colaboración, que cada uno de nosotros diga: «Jesús, perdóname, dame un corazón como el tuyo, humilde y lleno de amor».