El pacto que Guillermo Rovirosa hizo con Dios
El 17 de marzo, en la sede de la HOAC y presidido por monseñor Carlos Osoro, se clausuró en Madrid la fase diocesana de la Causa de canonización de Guillermo Rovirosa, el promotor y primer militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), organización de la Iglesia a la que dedicó toda su vida desde sus comienzos en 1946 hasta su fallecimiento en 1964
Rovirosa nació en Villanueva y Geltrú (Barcelona) en el verano de 1897. Fue el menor de tres hermanos de una familia acomodada. Ingeniero industrial. Casado con Catalina Canals, por motivos de trabajo el joven matrimonio se instala en París en 1929. En su búsqueda de la verdad, Guillermo pasó por diversas creencias que iba abandonando conforme el rigor de su análisis intelectual las dejaba al descubierto. Al final decidió confiar solo en la ciencia. En la capital francesa, un día, al pasar por la puerta de la parroquia de San José, vio mucha gente y preguntó qué pasaba. Le dijeron que el cardenal Verdier estaba predicando. Su curiosidad le hizo escuchar estas palabras del cardenal: «El cristiano es un especialista de Cristo, y de la misma manera que un oculista es aquel que mejor conoce de teoría y práctica de los ojos, así el mejor cristiano es el que más sabe de teoría y práctica de Jesús». En ese momento Rovirosa cae en la cuenta de su profundo desconocimiento de Jesucristo. Este hecho se convierte en esencial para su conversión.
Pactos con Dios
En Navidad de 1933, ya en Madrid, Rovirosa hace su segunda Primera Comunión y el matrimonio hace un pacto con Dios: dedicarse por entero al apostolado y dejar que Dios provea sus necesidades. Empieza a trabajar, compaginando su trabajo con una intensa preparación espiritual e intelectual hasta el comienzo de la guerra. En ese período sus compañeros lo eligen presidente del Comité obrero de la empresa y el matrimonio instala una capilla clandestina en su casa, donde se celebra la Eucaristía diariamente. Ante el desastre de la Guerra Civil, hacen un segundo pacto con Dios: dedicar su apostolado a devolver a Cristo al mundo obrero. Finaliza la guerra y es encarcelado por haber presidido el comité. Sale en libertad en septiembre de 1940. En mayo de 1946 los obispos acuerdan la creación de la HOAC para la evangelización del mundo obrero y del trabajo, encargándose poco después a Rovirosa la tarea de su promoción y desarrollo. Guillermo ve en ello el cumplimiento del pacto por parte de Dios y desde ese momento renuncia a todo y se dedica por entero a este encargo. Pone en marcha el ¡Tú!, periódico de amplia difusión, y el Boletín de la HOAC (hoy es la revista Noticias Obreras) para la formación de militantes. Escribe prolíficamente, imparte cientos de cursillos por toda España a laicos y sacerdotes. En todos deja honda impresión. En 1957 es apartado de la dirección de la HOAC por la jerarquía de la Iglesia. A partir de entonces, pasa largas temporadas en el monasterio de Montserrat, profundiza en su reflexión teológica, aplicando siempre el Evangelio a la vida de la persona y de la sociedad. En el conjunto de su obra manifiesta la grandeza de su fe y su pasión por un mundo que llegue a vivir en comunión y en fidelidad al Evangelio.
A Rovirosa le preocupaban las condiciones de vida y de trabajo y entendía el Evangelio como una propuesta de vida digna y justa para todas las personas y, concretamente, para los trabajadores y trabajadoras. De ahí que sus escritos sean una reflexión certera y concreta sobre las situaciones de explotación que padecía –y padece– el mundo obrero. Al conocimiento de la realidad obrera unía su entusiasmo evangelizador y su afán por la transformación de la realidad personal y social desde la radicalidad evangélica. La experiencia del amor incondicional de Dios, manifestado en Jesucristo, marcó toda su vida, su dedicación a la HOAC y su obra. Una experiencia de amor que vivió desde una total confianza en Dios, una comunión eclesial sin fisuras y la dedicación plena a la promoción humana y cristiana del mundo obrero y del trabajo.
Para Rovirosa es totalmente diferente plantearse la vida desde una perspectiva individualista que desde una perspectiva comunitaria, desde la lucha egoísta por la existencia o desde la cooperación por la existencia. Para los hombres y mujeres del mundo del trabajo es muy importante tomar conciencia de esa diferencia, para orientar su vida y su lucha hacia el reconocimiento efectivo de su dignidad como personas y como hijos e hijas de Dios. Un legado que continúa hoy en la tarea y la acción de la HOAC.
Es fundamental que quienes creemos en Jesucristo mostremos una forma de vivir y hacer al estilo de Jesús, que promueva el cambio de mentalidad, del estilo de vida de las personas y de la organización de las relaciones sociales y laborales. En este sentido, Rovirosa plantea la vivencia de la «comunión de vida, de bienes y de acción» como clave para construir unas relaciones personales y sociales humanas y justas.
El testimonio de vida y obra de Guillermo Rovirosa es de plena actualidad en un contexto en el que el sistema económico vigente provoca una enorme desigualdad, empobrecimiento y deshumanización. Hoy la lectura de sus escritos toca las conciencias y ayuda a descubrir cómo construir opciones de vida y estructuras sociales acordes con la dignidad humana y con ello acordes con el Plan de Dios.
José Fernando Almazán Zahonero
Presidente general de la HOAC