El obispo que repartía hot dogs llega a Portland
El Papa ha elegido como pastor de la diócesis del estado de Maine (EE. UU.) a un sacerdote que conducía un camión para llevar comida a los pobres. Será ordenado este martes
Ser designado obispo, en concreto de una diócesis que abarca todo el estado de Maine (Estados Unidos) no entraba en los planes del sacerdote James T. Ruggieri, cuya mayor ambición era construir una segunda cocina en la diócesis estadounidense de Providence, donde llevaba desde el año 2003, para ofrecer un plato de comida caliente a los que se pasan el día deambulando y llegan con la piel rota por el frío. «Mi primera reacción fue del tipo: “¿Esto es real?”», asegura todavía atónito a Alfa y Omega. El 8 de abril fue su último día en esta labor. Pero hasta entonces mantuvo su costumbre de conducir su camión, con el que repartía también ropa y productos de higiene básica a los que malviven pegados al cemento, al margen de la sociedad y expuestos a adicciones y enfermedades mentales.
Aunque él dice que solamente continuó una labor de asistencia a los necesitados que ya estaba implantada: «Cuando llegué a la parroquia de San Patricio, hace 20 años, simplemente me uní al grupo de trabajo. Con el tiempo pensé que sería útil desarrollar un sistema móvil para entregar los paquetes de comida». Ruggieri —que también ha sido párroco de la iglesia de San Miguel Arcángel— sabe bien que los invisibles, ese ejército de personas sin hogar que puebla las calles de todas las ciudades, no suele acudir a pedir ayuda y hay que salir a su encuentro.
De ahí la idea del camión. En el lado derecho tiene un cartel gigante con las imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe y de la Divina Misericordia, y en el lado izquierdo, de dos santos: Juan Pablo II y la madre Teresa. «Empezamos con una furgoneta pequeña de la parroquia. Poníamos una mesa y ahí mismo servíamos los platos», relata. «Se creaban colas enormes de personas necesitadas. Pero gracias a la generosidad de la North American Catholic Educational Programming Foundation (NACEPF), una entidad laica, conseguimos el dinero suficiente para comprar un camión». Es del año 1980, «pero funciona de maravilla», señala orgulloso. «Con él logramos servir unas 250 comidas los viernes y unos 250 hot dogs los domingos por la tarde». El nuevo obispo también fundó una escuela secundaria para que las familias sin recursos pudieran dar estudios a sus hijos y romper así la cadena de pobreza. Un gesto por el que fue galardonado con el Premio Visión Rev. Dr. Martin Luther King Jr. 2024.
La diócesis estadounidense de Providence es un reducto de convivencia hispano-anglosajona donde se mezclan también otros idiomas, culturas y sabores. «Contamos con una comunidad africana, una haitiana y una hispana que conviven con personas de ascendencia europea. ¡Toda esta variedad en una sola parroquia! Es una verdadera riqueza». Un abanico intercultural en el que llaman por su nombre a este sacerdote que siempre les ha tendido la mano. «He tenido el privilegio de conocer a muchas familias inmigrantes. No pocos huyeron de Ruanda durante el genocidio de 1994. Me han permitido acercarme a sus historias», valora.
«También quisimos instaurar un ministerio para personas con distintas discapacidades, tanto físicas como mentales. Una de nuestras Misas dominicales, además de ser en inglés y en español, se interpreta en lengua de signos», agrega este cura curtido en las periferias existenciales. Su perfil encaja con los recientes nombramientos episcopales del Papa, como la elección para la archidiócesis de Florencia de Gherardo Gambelli, a quien le tocó vivir los años duros de la COVID-19 —del 2020 a 2023— en Mongo, un territorio remoto de Chad, en el país más pobre del continente africano. Francisco prefiere dar relevancia a los sacerdotes que tocan con la mano las miserias de la gente antes que a los de perfil más burocrático y brillante desde el punto de vista académico. El currículum de Ruggieri, como el de Gambelli, es apabullante no por sus títulos, sino por la experiencia acompañando la miseria y la pobreza de los últimos.
El obispo tomará posesión de la diócesis de Portland (Maine) el próximo 7 de mayo, en la catedral de la Inmaculada Concepción. Lo único que ha previsto para su nueva vida es «conocer, servir y amar lo mejor que pueda» a los ciudadanos. «Cada día tiene que ser un recordatorio de que no soy solo un obispo, sino que estoy casado con esta Iglesia local», concluye.
En octubre del 2023, el estado de Maine, al noreste del país, sufrió una terrible matanza. Un militar con problemas psiquiátricos cogió un fusil de asalto y mató a 18 personas e hirió a otras 13 en sendos tiroteos masivos en una bolera y un restaurante de Lewiston. Fue el tiroteo más mortal de la historia de Estados Unidos. El obispo de Portland y predecesor de Ruggieri, Robert Deeley, no tardó en expresar su «profunda tristeza» por lo ocurrido. Los capellanes de los hospitales se volcaron en la atención a los heridos. «Aunque puede parecer imposible encontrar esperanza en un tiempo como este, podemos sacarla de nuestras raíces espirituales, confiando en que un Dios que nos ama no nos abandonará». A Él le pedía «que nos fortalezca y nos muestre el camino para avanzar en los difíciles días que tenemos por delante».
Desde entonces, la diócesis de Portland lidera una campaña para prevenir la violencia y endurecer los controles para poder portar armas de fuego. En febrero, junto al Consejo de Iglesias de Maine, que incluye a las confesiones luteranas evangélicas, cuáqueras, presbiterianas, de la Iglesia Unida de Cristo y metodistas, realizaron un acto de concienciación social sobre la falsa idea de seguridad que dan las armas.