El obispo de Palencia, tras superar el COVID-19: «He sentido la fragilidad e incluso el temor a la muerte, pero con confianza en Dios»
Manuel Herrero escribe un saludo desde su residencia habitual, la casa sacerdotal Nuestra Señora de Lebanza, un día después de recibir el alta hospitalaria
El obispo de Palencia, Manuel Herrero, ha escrito un saludo a todos los fieles después de recibir este lunes el alta hospitalaria en la que narra la experiencia de estos días de convalecencia por coronavirus, comparte las lecciones que ha aprendido y agradece a todos, especialmente al personal sanitario del Hospital Río Carrión, la cercanía y el afecto que le han mostrado.
Herrero reconoce que estos días ha palpado «la limitación, la fragilidad, la precariedad, incluso con temor y algo de miedo a la muerte», sobre todo, porque en el mismo hospital y en la misma planta falleció un agustino como él, el padre Agustín Bécares. Pero, a la vez —continúa—, ha experimentado «la confianza en Dios, sabiéndome en sus manos; sintiendo que su misericordia y fidelidad sostienen nuestras personas y obras, y que nuestras soledades son siempre acompañadas». «Qué bien me hacía rezar os salmos de Laudes o Vísperas, poniéndome en la piel del salmista y del mismo Señor Jesús, y participar en la Eucaristía por televisión unido a toda la iglesia», añade.
El prelado hace también una reflexión sobre las enseñanzas que ha sacado para el futuro tras estos días de convalecencia: «He salido con fuerzas para seguir sirviendo a los hermanos, para seguir haciendo camino con vosotros y cantando melodías de vida y esperanza, en esta tierra nuestra. Cada vez más convencido de que son en el Señor y en su Espíritu en quienes están nuestras vidas y empresas; que esta obra es la suya y nosotros somos colaboradores».
También ha aprendido, continúa, «a valorar más el servicio, cuantas veces pequeño, callado y no reconocido, que cada uno presta a la sociedad, a los enfermos y a los sanos». «Oremos unos por otros, como hermanos, y especialmente todos los difuntos de nuestras comunidades que en estos días nos han dejado. Que ellos intercedan por nosotros», concluye.
En el capítulo de agradecimientos, el obispos palentino no se deja a nadie. Da gracias a Dios por su amor y compañía, por su Palabra y por su Iglesia. También a toda comunidad cristiana de su diócesis —obispos, sacerdotes, diáconos, vida consagrada, laicos— por su «fraternidad y solidaridad, expresadas en la oración y en silencio». Un sentimiento que se hace extensible especialmente al personal sanitario del Hospital Río Carrión, donde le han tratado. «Yo estoy muy contento del trato recibido, y no por ser el obispo, que muchos no lo sabían, sino como un paciente más», empieza el saludo», reconoce.