El obispo de El Paso: «Vuestras tarjetas significan mucho» - Alfa y Omega

El obispo de El Paso: «Vuestras tarjetas significan mucho»

Monseñor Mark Seitz, obispo de El Paso, nos ha escrito un mensaje agradeciendo las felicitaciones de Navidad enviadas por los niños de España. Y nos deja un encargo: «Seguid rezando por nosotros»

María Martínez López
Reparto de regalos de Navidad en la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, organizada por el padre José Luis Garayoa
Reparto de regalos de Navidad en la Casa del Migrante de Ciudad Juárez, organizada por el padre José Luis Garayoa. Foto: José Luis Garayoa

¡Misión cumplida! Durante esta Navidad, los niños inmigrantes que llegan a El Paso (Estados Unidos) desde toda Centroamérica han estado recibiendo vuestras felicitaciones. Y el obispo de esta ciudad, que se llama Mark Seitz, ha escrito un pequeño mensaje para daros las gracias por ello: «Me ha gustado mucho que os preocupéis por estas personas» que después de hacer un largo camino llegan a la frontera entre México y Estados Unidos, muchas veces con sus hijos pequeños. «Solo buscan un lugar seguro para vivir y la oportunidad de sacar adelante a sus familias». Algo que en sus países es muy difícil.

Esperando en «lugares peligrosos»

Como os hemos contado estas semanas, el Gobierno de Estados Unidos obliga a estas familias a esperar en México hasta el día en el que les toca ir a un tribunal para pedir asilo y poder entrar en el país. El obispo nos explica que las ciudades fronterizas mexicanas donde deben esperar son «lugares muy peligrosos», en los que los niños están en riesgo. Por otro lado, si las familias cruzan ilegalmente las fronteras, la Policía las detiene y separa a los hijos de sus padres.

Solo después de superar todas estas pruebas y dificultades consiguen llegar a centros donde gente de la Iglesia o voluntarios de otras organizaciones los ayudan. «Significa mucho para ellos saber que hay gente que se preocupa y reza por su situación», nos dice monseñor Seitz. Y entre esa gente estáis vosotros, porque en estos centros han recibido vuestras cartas.

Luis es la persona que lo ha hecho posible. Desde Alfa y Omega, se las enviamos al padre José Luis Garayoa, un sacerdote español que vive en El Paso y escribe en nuestro periódico. Él se las dio a Luis, que es voluntario de uno de estos centros. Es conductor: cuando una familia de inmigrantes ha conseguido un billete para viajar a otra parte del país para reunirse con sus parientes, él los lleva al aeropuerto.

«Les pareció precioso»

Antes de Navidad —nos cuenta— «llevé las cartas a la Casa del Refugiado, el centro donde colaboro, y le expliqué a una de las voluntarias lo que eran»: mensajes de ánimo y deseando una feliz Navidad escritos por niños de España. «Se emocionó, dijo que era algo precioso. También me explicó que, aunque le daba mucha pena, no podían dejarme que entrara yo a darles las cartas a los niños, ni a hacerles fotos recibiéndolas». A veces, las familias han huido de su país porque hay gente que quiere matarlos, y les dan miedo las fotos por si alguien los reconoce. «Pero me prometió que iban a repartir las cartas».

A esa voluntaria se le ocurrió un plan: cuando las familias salen del centro para viajar hasta donde las esperan sus parientes, «les dan una bolsa con agua y un poco de comida para el camino, una manzana o naranja y algunos dulces. Pensó que lo mejor era meter además, en cada bolsa, una tarjeta», para que se la encontraran como una sorpresa al abrir el paquete. Esto lo han hecho tanto en la Casa del Refugiado como en otros dos centros de acogida, Casa Romero y Casa Asunción. Así que habéis contribuido a que estos niños y sus familias tengan una Navidad un poco más alegre.

Por eso, os habéis convertido en pequeños ayudantes de la labor que hacen Luis o el padre José Luis. El otro día, el sacerdote cruzó la frontera hasta Ciudad Juárez para llevar a los niños y sus padres que están esperando allí regalos que las personas de su parroquia habían pedido a Papá Noel y a los Reyes para ellos. «También estamos recogiendo dinero para llevarles ayuda, porque no tienen nada —nos cuenta el obispo—. Es difícil, pero estamos haciendo todo lo que podemos. Por favor, rezad por nosotros».