«El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos»
El Papa pide en la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado seguir ejerciciendo la caridad con los forasteros, pero, sobre todo, reflexionar sobre las injusticias que generan exclusión
El Papa Francisco presidió este domingo la Eucaristía en la plaza de San Pedro que, en esta ocasión, tuvo un significado especial por la celebración de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Una vez más, el Papa volvió a levantar la voz contra la cultura del descarte que deja al borde del camino a los pobres, a los pequeños mientras unos pocos se lucran a costa de ellos.
Dijo: «El Señor nos pide que pongamos en práctica la caridad hacia ellos; nos pide que restauremos su humanidad, a la vez que la nuestra, sin excluir a nadie, sin dejar a nadie afuera. Pero, junto con la caridad, nos pide que reflexionemos sobre las injusticias que generan exclusión, en particular sobre los privilegios de unos pocos, que perjudican a otros. El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos».
Francisco apoyó sus afirmaciones en la Sagrada Escritura. Primero, en el libro del Éxodo, donde Dios advierte a su pueblo de no maltratar de ningún modo a las viudas y a los huérfanos. Más tarde incluiría a los extranjeros. Luego en el Salmo Responsorial que se rezó durante la celebración, donde se hace referencia a los más vulnerables —forasteros, viudas y huérfanos, que carecen de derechos— y pide a los israelitas que se hagan cargo de ellos. Y en el Evangelio del día, donde nos presenta la imagen de un hombre rico que no se preocupa del pobre Lázaro.
«Quienes padecen las consecuencias son siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables, a quienes se les impide sentarse a la mesa y se les deja solo las migajas del banquete», afirmó el Pontífice, que denunció cómo los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercado privilegiados.
«Como cristianos —señaló Francisco—, no podemos permanecer indiferentes ante el drama de las viejas y nuevas pobrezas, de las soledades más oscuras, del desprecio y de la discriminación de quienes no pertenecen a nuestro grupo. No podemos permanecer insensibles, con el corazón anestesiado, ante la miseria de tantas personas inocentes. No podemos sino llorar. No podemos dejar de reaccionar. Pidamos al Señor la gracia de llorar, ese llanto que convierte el corazón ante estos pecados. Si queremos ser hombres y mujeres de Dios, como le pide san Pablo a Timoteo, debemos guardar el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; y el mandamiento es amar a Dios y amar al prójimo. No podemos separarlos».
Nueva escultura en San Pedro
Tras la conclusión de la Eucaristía, el Papa Francisco presentó una nueva escultura en la plaza de San Pedro que representa a un grupo de migrantes y refugiados de diferentes lugares del mundo dentro de una balsa. La obra es del escultor Timothy Schmalz y está inspirada en un pasaje de la Carta de San Pablo a los Hebreos que dice «no se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles».