El motín de Esquilache es noticia
El Santísimo Cristo de la Fe en Atocha esquina Costanilla de los Desamparados es una de las iglesias más antiguas de Madrid. Su fachada, con zócalo de granito en la parte inferior y coronada por una espadaña, es similar a la que apreciamos en el plano de Teixeira del 1656. Por estas fechas, la iglesia pertenecía al Hospital de los Desamparados, institución de caridad fundada a finales del XVI que amplió su espacio en el XVII al adquirir el suelo colindante con el fin de tener capilla propia. Hoy es una iglesia modesta, muy popular en el barrio cuyas calles recorre el Cristo en Semana Santa en la procesión organizada por la Hermandad del Silencio y Cofradía de Nazarenos que se ocupa del culto. En la finca vecina de Atocha se encuentra la Sociedad Cervantina, en el lugar que ocupó la imprenta de Juan de la Cuesta donde vieron la luz las obras de Miguel de Cervantes.
Pues bien, es sabido que, hasta el siglo XIX, se acostumbraba a inhumar personas en hospitales e iglesias, y esto es lo que explica el suceso siguiente: en noviembre de 1917, la construcción de un teatro en la sede cervantina fue paralizada por el hallazgo de restos humanos de 94 individuos que se exhiben desde hace poco en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares. Tras los estudios antropológicos llevados a cabo por orden de la Comunidad de Madrid, se concluyó que estas personas sufrieron una muerte violenta, ya que en los cráneos de muchos de se aprecian heridas por arma blanca. Hay asimismo lesiones causadas por bastones o porras y metralla. De todo lo cual parece inferirse que las muertes se deben a cargas de caballería.
Varias fueron las revueltas que transcurrieron por la zona, y en la fachada del teatro Monumental una placa recuerda que allí, en la plazuela de Antón Martín, comenzó el muy famoso motín de Esquilache, al que da nombre el ministro italiano de Carlos III contra el que se levantó el pueblo una Semana Santa del 1766 por la carestía de la vida y la prohibición de usar la capa larga y el vueludo y curvilíneo chambergo, prendas que, según la autoridad, propiciaban los delitos al encubrir al delincuente. Y así, de esta forma tan imprevista, ha saltado a la prensa, 250 años después, el muy famoso motín de Esquilache.