El monasterio sirio de San Elián, devastado por los yihadistas, a punto de renacer
La comunidad de Deir Mar Musa, fundada por el jesuita Paolo Dall’Oglio, anuncia un plan para la recuperación de un santuario clave para la vuelta de los cristianos a la zona
El antiguo monasterio de San Elián, ubicado en las afueras de la ciudad siria de Quaryatayn, que en 2015 fue devastado y profanado por milicianos yihadistas, pronto podría volver a ser un lugar de oración y paz para los cristianos sirios y también para sus amigos musulmanes. Lo ha anunciado así el padre Jacques Mourad, de la comunidad de Deir Mar Musa, secuestrado en San Elián junto a otros 150 cristianos de Qaryatayn en mayo de 2015, a manos del Estado Islámico.
El renacimiento del monasterio de San Elián —informa el padre Mourad en un mensaje enviado a la agencia Fides— será posible gracias a un acuerdo entre la archieparquía sirio-católica de Homs, Hama y Nabk y la comunidad monástica de Deir Mar Musa, fundada por el padre Paolo Dall’Oglio, el jesuita italiano secuestrado por el Dáesh en julio de 2013 y de quien no se ha vuelto a tener noticias. En su mensaje, el padre Mourad ha pedido oraciones para que los feligreses de Qaryatayn puedan «discernir la voluntad de Dios para el futuro de esta importante zona geográfica de Siria».
El plan de renacimiento de San Elián, esbozado por el monje de Deir Mar Musa, contempla inicialmente la replantación de viñedos y olivares en los terrenos alrededor del monasterio, junto con la reconstrucción de los muros circundantes y las puertas de acceso. Luego se intentará incentivar el regreso a Qaryatayn de los cristianos locales que se vieron obligados a huir durante la guerra, y apoyar la reconstrucción de sus hogares y la revitalización de cultivos y actividades que garanticen la independencia económica que tenían antes del conflicto. Si esta primera fase avanza bien, se procederá a la reconstrucción física del monasterio y de la iglesia parroquial, reiniciando también las obras de recuperación arqueológica del lugar.
La noticia del proyecto de reactivación del monasterio de Qaryatayn ha sido compartida por el padre Mourad confiando en que despertará alegría y consuelo al conocer el tenaz vínculo espiritual entre ese monasterio y la vocación de la comunidad monástica de Deir Mar Musa.
Actualmente, al menos 10.000 musulmanes viven en el área de Qaryatayn, mientras que los cristianos solo son 26. Pero los artífices del proyecto sacan fuerza de experiencias similares, como las de los cristianos que han regresado al menos en parte a las aldeas iraquíes de la llanura de Nínive, de donde habían huido ante el avance de las milicias yihadistas.
En los años anteriores al conflicto, el antiguo santuario de San Elián, que data del siglo V, había estado afiliado a la comunidad monástica de Deir Mar Musa y había experimentado una época de florecimiento, también rodeado por la simpatía de la población musulmana predominante, bajo la dirección del padre Jacques Mourad, que entonces ejercía allí el cargo de prior. En febrero de 2015, el padre Mourad fue secuestrado por los yihadistas, quienes en agosto siguiente habían tomado ya el control de toda la zona. En esos primeros días de la ocupación yihadista, la tumba de san Elián había sido brutalmente profanada para borrar lo que incluso a los ojos de los afiliados del Estado Islámico representaba el corazón del complejo monástico. Pero las reliquias del santo no se habían perdido: en particular, sus huesos fueron encontrados, recogidos y trasladados a Homs en abril de 2016, tras el fin de la ocupación yihadista de la zona. Ya entonces, el padre Jacques Mourad confió a Fides lo que era su esperanza: «Sabemos que el antiguo santuario ha sido arrasado y que las excavaciones arqueológicas han sido devastadas, mientras que la nueva iglesia y el monasterio han sido incendiados y parcialmente bombardeados. Cuando, en el futuro, volvamos a trabajar en San Elián, volveremos a poner las reliquias del santo en su lugar. La vida de la gracia volverá a florecer en torno a la memoria de los santos, y será un gran signo de bendición para toda nuestra Iglesia».