El misal del jienense que más alto llegó en la Curia de Roma
El cardenal Merino encargó un libro litúrgico al ser nombrado arzobispo de Bari. Custodiado en la catedral de Jaén, es hermano de obras de la Biblioteca Vaticana
«Creo que el cardenal Esteban Gabriel Merino es el jienense que ha llegado más lejos» dentro de la Iglesia, apunta Francisco Juan Martínez Rojas, deán de la catedral de Jaén y director de su Archivo Histórico Diocesano. Hijo de una familia leonesa que en la última etapa de la Reconquista se había trasladado a Santiesteban del Puerto, Merino nació en esa provincia en torno a 1474. De adolescente viajó a Roma para hacer allí los estudios eclesiásticos. «Era muy hábil y práctico» y se forjó una exitosa carrera. Como secretario del cardenal Ascanio Sforza, arzobispo de Milán, «conoció a personajes importantes de la Curia», como el cardenal Giovanni di Lorenzo de Medici, futuro Papa León X. En 1513, este Pontífice lo nombró arzobispo de Bari. Y al año siguiente, simultáneamente, de León. Ambas las gobernó por medio de vicarios generales mientras residía en Roma. Eran prácticas habituales en la época, que poco después «prohibió el Concilio de Trento» (1545-1563).
Sin embargo, Merino «siempre quiso ser obispo de su tierra», subraya Martínez Rojas. Lo consiguió en 1523», manteniendo la sede de Bari y dejando León. Residió en Jaén hasta 1529, cuando como miembro del Consejo Real partió para preparar la coronación imperial de Carlos I en Bolonia (1530). De allí volvió a Roma, donde murió en 1535. La diócesis de Jaén conmemoró el año pasado el 500 aniversario de su nombramiento. La exposición Constantia, organizada con este motivo, puede visitarse en la catedral hasta el 24 de marzo.
El más valioso de los objetos expuestos es su misal, que se conserva en el archivo histórico. «Era una práctica habitual que los grandes príncipes de la Iglesia encargasen uno propio a un miniaturista afamado», explica su director. En este caso, lo elaboró con motivo del nombramiento de Merino como arzobispo de Bari el lombardo Matteo da Milano. De él se conservan 35 obras, como otro misal para el cardenal Giulio de Medici, futuro Papa Clemente VII. «Varias están en la Biblioteca Vaticana». El misal de Merino, elaborado totalmente a mano en pergamino, cuenta con 59 miniaturas policromadas y doradas, elaboradas según el estilo de las importantes escuelas de Florencia y Ferrara. Se trata sobre todo de letras capitulares con motivos relacionados con el tiempo litúrgico y con «cuatro retratos del cardenal, uno de ellos dando limosna; un culto a la personalidad propio del Renacimiento», señala Martínez Rojas.
También fue un reformador
Se desconoce qué ocurrió con el libro tras la muerte de su dueño. En el siglo XIX lo compró el marqués de la Laguna (en Puente del Obispo, Jaén) y lo donó a la parroquia de Garcíez. De ahí, dado su valor, fue llevado a la sede diocesana. En 1897, el obispo Victoriano Guisasola y Menéndez decidió trasladarlo a la catedral. «Es una verdadera preciosidad artística, digna de custodiarse con las mayores seguridades», escribió en el escrito que lo justificaba, y apreciaba «el celo y cuidado» con que esta labor se llevaba cabo en el archivo de la catedral, hoy unido al histórico diocesano.
El cardenal Merino es un ejemplo paradigmático de cómo, antes de Trento, el ministerio sacerdotal y episcopal se entendió con bastante frecuencia de forma mundana. Pero el archivo que dirige Martínez Rojas contiene también documentación sobre cómo, al mismo tiempo, se adelantó al concilio en querer cambiar estas costumbres. Desde Roma «había sido párroco de cinco o seis iglesias de Jaén», relata. «Pero al visitarlas como obispo se dio cuenta de que esto generaba males para el pueblo de Dios». Por ello, además de exigir que los sacerdotes vivieran en su parroquia, para cubrir las vacantes creó un sistema de oposiciones con exámenes de Teología y Sagrada Escritura abierto solo a «sacerdotes naturales de Jaén, graduados en Artes, Teología o Derecho». El sistema, que se mantuvo hasta mediados del siglo XIX, renovó de forma pionera el clero jienense. El cardenal Merino también fue importante para su diócesis porque «quiso construir una nueva catedral, renacentista, y obtuvo de Clemente VII una partida para financiar las obras».
El único retrato que se conserva del cardenal Merino realizado durante su vida es una moneda creada por el escultor alemán Christoph Weiditz. Se puede contemplar en la exposición Constantia. Además, en febrero, se instalará en la antesacristía «una lápida con la reproducción en bronce» de la misma, explica Martínez Rojas.