El milagro de nacer entre los escombros de Haití
La vida, una vez más, se abre paso. Estos trillizos recién nacidos despiertan a un mundo lleno de incertidumbres. Tienen por delante un cuaderno en blanco y el mundo, el deber de facilitar que lo escriban con la mejor de las caligrafías
Cuando en lugar de canciones de cuna escuchas el silbido de las balas, cuando para llegar al hospital tu madre ha tenido que esquivar la violencia de bandas armadas hasta los dientes, conseguir nacer en Haití por partida triple es una auténtica lotería. Basta mirar los rostros de los médicos para darte cuenta de que se trata de una gesta con tintes épicos. Sostienen entre sus manos a los bebés con la misma satisfacción que un Nobel recién otorgado. El nacimiento de estos tres pequeños hermanos el pasado septiembre en el Hospital Saint Damien, el único centro pediátrico que sigue abierto en Puerto Príncipe —también con ayuda desde España a través de la Fundación NPH—, se ha convertido en noticia porque en esa ciudad es la muerte y no la vida la que da titulares. En Haití más de 1.500 personas han sido asesinadas como consecuencia de la crueldad de las pandillas en lo que va de año, según el último informe de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.
Nacer en la capital más peligrosa del mundo te marca para siempre, porque se produce en un lugar donde la fina linea divisoria entre vivir y morir pende de que guerrilleros despiadados no se crucen en tu camino. En febrero provocaron el cierre del aeropuerto y de los puertos, lo que ha dejado a la ciudad sin suministros médicos. Por eso apenas quedan hospitales abiertos. En estos momentos las bandas armadas tienen el dominio absoluto de Puerto Príncipe.
La vida, una vez más, se abre paso, inconsciente y fecunda en medio de la barbarie. Estos trillizos recién nacidos despiertan a un mundo lleno de incertidumbres. Nacen llorando, pero saludan felices con sus diminutas manos a quienes los han ayudado a estar ahí, ante el alborozo, más que cierto, de su madre, que a pesar de todo ve cómo su familia crece y se renueva. Estas tres criaturas tienen por delante un cuaderno en blanco y el mundo, el deber de facilitar que lo escriban con la mejor de las caligrafías.
Nacer en Haití es caer a la vida sin red. Han pasado tres años desde que el terremoto del 14 de agosto de 2021 causó más de 2.000 muertos, una tragedia que agravó una situación ya de por sí complicada debido a la pobreza, a años de inestabilidad política, a las epidemias de cólera y a una interminable retahíla de desastres naturales previos. Se entiende entonces que tenga la tasa de mortalidad materna más alta del hemisferio occidental, con 529 muertes por cada 100.000 partos. Ante datos tan demoledores, desde aquí damos las gracias al Hospital Saint Damien, a sus médicos y a quienes lo sostienen, por continuar regalando vidas, que siempre son bálsamo de esperanza. Recemos por Haití. Se lo debemos a estos tres preciosos trillizos.