«El mayor proyecto de grabación de la historia»... es gregoriano
Un productor estadounidense graba todo el canto gregoriano de unas monjas benedictinas de la Provenza francesa. «Me cautivó cómo esas melodías eran capaces de expresar lo divino como una voz colectiva», afirma
En mayo de 2013, cuando era un simple estudiante de Música en la Universidad de Oxford, el estadounidense John Anderson cruzó un día el canal de la Mancha para visitar a una tía suya en el monasterio de benedictinas de Notre-Dame de Fidélité en Jouques, en la Provenza francesa. Esa visita cambió varias vidas: la suya, la de las monjas y la de miles de apasionados del canto gregoriano en todo el mundo.
«A mí me ha fascinado la Europa medieval desde que era niño, pero en esa primera ocasión me sentí cautivado, no por su canto, sino por su vida». «Me desafió la idea de que era posible vivir como una comunidad dedicada al bien, la verdad y la belleza, en comunión unas hermanas con otras, cultivando activamente el deseo de buscar el bien y hacer la voluntad de Dios sacrificando la propia», afirma Anderson.
Solo más tarde descubrió los cantos que vertebran la vida de esta comunidad, pues «expresaban perfectamente esta actitud de abnegación y, al mismo tiempo, eran el vehículo para expresar lo divino, como una voz colectiva que eleva su oración en nombre del mundo».
El impacto fue tan grande que el americano propuso a la comunidad grabar toda su liturgia en gregoriano. Solo accedieron después de varios años de conversaciones, y hace dos años un equipo de técnicos se desplazó al monasterio y colocó ocho micrófonos en el techo del coro.
Así nació Neumz, «el mayor proyecto de grabación de la historia», según Anderson, un trabajo que desde el mes de noviembre está recogido en una aplicación para el móvil y que también se puede seguir de manera gratuita a través de neumz.com. Así, desde cualquier lugar se puede rezar el oficio divino y seguir la Misa de cada día del año, con el texto en latín y su traducción a cinco idiomas.
En Neumz están los principales gregorianistas del mundo, muchos de ellos españoles. Entre los mismos se encuentra Manuel Alberto Díaz-Blanco, responsable del área técnica musical del proyecto, para quien la iniciativa supone ofrecer «un repertorio vivo», ya que en las grabaciones «a veces se escucha un trueno, las cigarras, la lluvia, el canto de los pájaros, las campanas, una tos, el paso de las páginas de un libro… Es el gregoriano en su contexto litúrgico natural, sin editar».
Ayuda a las monjas en Benín
De momento ya se han realizado las grabaciones correspondientes a dos años litúrgicos del Novus Ordo –posterior al Concilio Vaticano II– y se va a continuar con el tercero, pero para el futuro están contemplando la posibilidad de grabar el Vetus Ordo con una comunidad de monjes, para contar así también con también voces masculinas.
Neumz tiene asimismo una vertiente solidaria, pues dos tercios del dinero recogido por las descargas va destinado a las monjas y a su nueva fundación en Benín. Además, ya se han dirigido a sus impulsores algunos monasterios de otras partes del mundo para mejorar su canto.
La iniciativa está teniendo una buena acogida entre los aficionados al gregoriano. De hecho, muchos de sus usuarios la valoran como «una ayuda» para su oración y meditación.
CD de grabación es el equivalente de todo lo que se ha grabado hasta hora en Neumz
descargas en apenas tres meses es el bagaje de la app a día hoy
Un canto comunitario
También goza de la estima de expertos como Juan Carlos Asensio, director del programa Sicut luna perfecta en Radio Clásica y autor de uno de los manuales de gregoriano que se estudia en la Sorbona. Asensio valora especialmente el proyecto, porque «el gregoriano está despareciendo poco a poco. Aunque continúa en algunas comunidades monásticas, no tiene una especial continuidad en los seminarios, y pese a que se estudia a nivel científico, si no se canta en su contexto litúrgico pierde su esencia».
Para este experto, el atractivo del gregoriano reside en que «es una música sencilla y pensada para que la cante incluso gente sin preparación en algunas piezas», pero al mismo tiempo destaca «la atmósfera especial que desprende», porque es un canto «pensado para la oración».
«Hay que tener en cuenta –continúa Asensio– que los compositores anotaron su música para textos ya muy pensados para unirte a Dios. Eso ayuda y mucho». Y además, «no es lo mismo recitar esos textos que cantarlos, por lo que el canto reviste a la Palabra de Dios de un ambiente muy concreto».
En este mismo sentido, Manuel Alberto Díaz-Blanco destaca el poder del gregoriano «para conectarnos con el Creador y alabarlo en nuestro interior». Este canto no es otra cosa que «una alabanza de amor a Dios», una melodía «que da paz y transfigura a la persona, aunque no se comprenda totalmente lo que se escucha».
Además, tiene una dimensión comunitaria, pues «nos hace vibrar con los demás». Por eso, gracias al gregoriano «podemos tomar una mayor conciencia de que somos uno en nuestro Dios».