El lenguaje de la fe - Alfa y Omega

El lenguaje de la fe

El viaje de Benedicto XVI a Santiago y Barcelona ha dado un impulso decisivo al tema central de este pontificado: anunciar el amor de Dios a los hombres y mujeres contemporáneos. Así lo explica el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en esta entrevista a Alfa y Omega

Jesús Colina. Roma
El padre Lombardi, durante su estancia estos días pasados en Barcelona

Podría hacer un balance del decimoctavo Viaje internacional de Benedicto XVI?
Yo comenzaría con el primado de Dios, que es una de las prioridades del pontificado, es más, la prioridad de este pontificado, como el Papa ha dicho en varias ocasiones. Dios ha estado verdaderamente en el centro de los discursos, tanto de la primera como de la segunda etapa, pues el encuentro con Dios es la meta de la peregrinación. El Papa piensa mucho en el riesgo del olvido de Dios y de la indiferencia ante la trascendencia en nuestra cultura y en nuestro tiempo y, por tanto, se siente comprometido en recordar a los hombres la relación fundamental con Dios. Desde mi punto de vista, este Viaje ha sido uno de los más concentrados en este tema. Después, desde Santiago, el Papa ha dirigido también palabras muy fuertes ligadas al tema de Dios y de las raíces cristianas para Europa. Esto me ha hecho recordar que Juan Pablo II, precisamente en Santiago, había lanzado su gran llamamiento a Europa para que no perdiera sus raíces cristianas, sino que las reavivara, volviendo a atraer de este modo a Santiago a innumerables peregrinos en los años siguientes, y haciendo de Santiago un lugar en el que las raíces cristianas vuelven a encontrar su vitalidad. También desde Santiago, Benedicto XVI ha advertido a Europa, con una apasionada admonición, de lo que llegaría a ser si olvidara la importancia de la presencia de Dios en nuestra vida, si se olvidara el significado de las cruces que se encuentran en nuestra geografía y dejaran así de hacer referencia al valor del amor y de la entrega de Dios a nosotros y de nosotros a los demás en nuestra vida.

Luego, en la etapa de Barcelona, me parece que el tema de la unión entre verdad y belleza, entre fe y arte, entre arte y liturgia de la Iglesia, ha sido expresado de una manera verdaderamente única por el espacio en el que tuvo lugar la celebración. No creo que durante el pontificado haya tenido lugar otra liturgia de consagración en un ambiente semejante y tan expresivo de la riqueza de los significados de esta liturgia. Después, tratándose de una celebración que tenía lugar en el templo de la Sagrada Familia, naturalmente, tuvo lugar un intenso llamamiento del Papa a favor de la tutela de la familia. Además, diría que la dimensión de la caridad ha estado presente de manera fuerte en este Viaje, particularmente, en el último encuentro, en la obra benéfica Niño Dios, aunque ya había sido anticipada y anunciada en otros discursos: no hay vida cristiana, no hay testimonio cristiano, sin compromiso concreto por los demás, en particular por los más pequeños y más pobres.

La relación entre verdad y libertad ha sido otro concepto expresado por el Papa en Santiago de Compostela. La Iglesia está al servicio de ambas.
Sí, y diría que después, con la jornada del domingo, la verdad se unió también a la belleza. Es un mensaje muy importante, porque se comprende cómo las dimensiones fundamentales se encuentran y, por tanto, la verdad, de la que habla la Iglesia, es algo que permite verdaderamente el desarrollo pleno de la persona humana en su libertad. Esto es hermoso, y se expresa de la mejor manera con formas que fascinan y atraen.

El Papa también ha invitado a redescubrir la unidad entre arte y liturgia, pues la belleza es una gran necesidad del hombre, ya que revela a Dios…
Sí, la belleza se da cuando se da el encuentro entre el hombre y Dios, pero ayuda también a atraer a quien no ha entrado de una manera tan profunda en la propuesta que hace la Iglesia y la fe para experimentar su fascinación. Tenemos que encontrar el lenguaje adaptado para anunciar la fe —es una reflexión que con frecuencia hace Benedicto XVI—, y el lenguaje del arte es un lenguaje esencial, pues expresa también la dignidad de lo que sucede, la enorme importancia de lo que sucede: se habla de Dios, pues uno se encuentra con Dios.

Padre Lombardi, al ver los comentarios de los periódicos, ¿cree que los medios y, a través de ellos, la gente ha comprendido el mensaje del Papa?
La gente, si escucha, comprende. Creo que nos encontramos ante un mensaje que pasa a través de un acontecimiento con toda su complejidad y riqueza. En cierto sentido, en esto consiste la belleza misteriosa de la liturgia de la Iglesia, pues expresa, a través de hechos, palabras, cantos, y también a través de las formas artísticas de la escultura y de la arquitectura, la riqueza de un mensaje. Pienso que este acontecimiento tendrá un significado importante: será verdaderamente para la Iglesia un mensaje de compromiso para prestar cada vez más atención a la dignidad del lenguaje con el que se expresa la realidad sagrada, la relación con Dios y la vida de la comunidad cristiana.