A los dos días de la elección de Francisco como pastor de la Iglesia universal, insistí en un debate con colegas periodistas en que no solo son compatibles la continuidad y la novedad en el relevo en la sede de Pedro, sino que sin novedad ni siquiera habría continuidad, porque en realidad sería repetición. Así ocurría no solo en relación con Benedicto XVI, sino también con sus antecesores, como es el caso del Papa Magno, en cuyo pontificado de 27 años dio sobrado cumplimiento a las expectativas del Concilio Vaticano II e intervino para bien en importantes hitos a favor de la reconciliación, la libertad y la dignidad de los hombres y los pueblos.
Gracias a la editorial Palabra llega a nuestras manos una obra de lo más singular. Una larga entrevista al Papa Francisco sobre el Papa san Juan Pablo II. En cada capítulo, la parte dedicada al diálogo entre el periodista Luigi Maria Epicoco y Francisco sobre una etapa o un aspecto de la vida del Papa Magno va precedida por una introducción histórica que sirve para contextualizar mejor el diálogo.
Así, por ejemplo, sobre la juventud de Karol Wojtyla dice que «fue un hombre que tuvo que afrontar la vida por sí solo, descubriendo relaciones y amistades que lo acompañaron y sostuvieron en su camino». Sobre la mirada de Juan Pablo II a la dignidad del trabajo, explica que «él vivió en primera persona la fatiga del trabajo. Por esto, siempre sintió la sintonía con las instancias de los trabajadores, y siempre concibió el trabajo como un medio de santificación, de humanización de la sociedad y de la historia». Considera que fue una figura decisiva en la caída del muro de Berlín: «En aquel momento histórico se hizo intérprete de la aspiración del pueblo y unió a todas las fuerzas buenas que llevaron a un cambio tan decisivo». De Wojtyla sacerdote, obispo y Sucesor de Pedro, dice que «basta ver su vida, la cercanía con los jóvenes universitarios, el compromiso concreto con los fieles de su diócesis y, después, la relación continua que Juan Pablo II supo instaurar a lo largo de su pontificado. Era un pastor que amaba a la gente y la gente le correspondía con un amor inmenso». De su doctrina social dice que cuando Juan Pablo II «estudia el problema del capitalismo, habla de la economía social de mercado. En este sentido, parece aceptar la propuesta liberal del mercado, pero pone dentro la categoría de lo social. Yo creo esta es una manera genial de mantener juntas instancias diferentes y leerlas conforme a la óptica del Evangelio». Y, en general, de todo su magisterio dice que «valorarlo significa defenderlo de toda forma de ideologización y poder sacar de él las intuiciones proféticas, que no solo son todavía válidas, sino que en este momento tienen necesidad de ser ulteriormente ahondadas, tomadas en serio». De su vivencia espiritual dice que «Juan Pablo II era un hombre de Dios, un hombre de oración. Bastaba verlo rezar para darse cuenta de cómo conseguía sumergirse completamente en el misterio de Dios. Quien ora, logra leer los acontecimientos siempre de manera trascendente». Y, por último, sostiene que Juan Pablo II fue un hombre libre hasta el final e, incluso en la inmensa debilidad que vivió, estoy seguro de que siempre mantuvo una gran lucidez».
Además de ser un libro magnífico para acercarnos a los dos Papas, el polaco y el argentino, es un manual de instrucciones para promover la comunión eclesial y tener datos y argumentos para responder a quienes se empeñan en encontrar contradicciones entre los Papas.
Papa Francisco con Luigi Maria Epicoco
Palabra
2020
144
15,90 €