La inteligencia artificial (IA) ha entrado en nuestras casas. Es innegable que ofrece muchos beneficios, y eso ha hecho que nos apresuremos a tener un hogar digitalizado, pensando que nos va a hacer más fácil vivir y nos va a permitir disfrutar del bien más preciado y escaso hoy en día, el tiempo. Pero una vez dentro del túnel de la digitalización, en el think tank internacional Home Renaissance Foundation nos preguntamos si nos hemos precipitado al hacer de nuestro hogar una smart house.
El hogar digital puede poner en riesgo algunos de sus valores intrínsecos fundamentales como son la privacidad, la seguridad, la estabilidad, el confort o el cuidado. Y esto sería un contrasentido. Nos veríamos dueños y usuarios de un edificio con un alto nivel de robotización, pero donde lo que hace hogar no existiese. El comportamiento humano, con sus fallos, despistes, olvidos, o las relaciones entre familiares se están viendo impactados por esos avances tecnológicos que se han diseñado para servirnos. Las preguntas serían: ¿es un hogar empoderado por la IA realmente un dulce hogar, o simplemente una casa inteligente? ¿El impacto está resultando positivo o negativo?
Los desarrollos conducidos por las tecnologías inteligentes se pueden aplicar y usar en el hogar, indudablemente. Sería tonto no hacerlo. Ya existen robots que son una buena ayuda en la gestión del hogar, que realizan algunas de esas tareas necesarias, mecánicas e inevitables: aspiradora, plancha, cocina, cortacésped, alimentador de mascotas, y un largo etcétera. Estos dispositivos inteligentes han demostrado ser eficientes, ahorran tiempo y energía, no requieren esfuerzo, son silenciosos, funcionan las 24 horas del día, los siete días de la semana, sin pausas para el café. Incluso algunas aplicaciones de IA pueden ayudar a enriquecer nuestro conocimiento y ampliar nuestra visión. No podemos imaginarnos el futuro sin la IA, y no imaginamos una IA real y aplicada si no está en el futuro.
Pero lo que deberíamos plantearnos es si, a la vez que somos capaces de valorar las ventajas que la tecnología nos ha traído, también podemos ver los cambios que se están produciendo en nuestra forma de relacionarnos, de trabajar, de comunicarnos –especialmente en nuestros hogares–, y si eso es lo que queremos. Si esos cambios nos hacen mejores, incluso más felices o no. Las familias se encuentran muchas veces perdidas y ante la disyuntiva de controlar las pantallas y el tiempo que sus hijos pasan con ellas o no saber muy bien qué efectos tendrán en ellos si no lo hacen. El último informe de la fundación, El impacto de la tecnología en el hogar, recoge esa sensación que viven los padres, pero también lo que opinan los expertos, psiquiatras e incluso los desarrolladores de IA. La conclusión es compleja, porque la tecnología no es algo sencillo ni tampoco inocuo. Tenerlo en cuenta y ser conscientes es, en definitiva, lo importante para prepararse y tomar medidas.
Muchos de estos dispositivos que ya tenemos en nuestras casas pueden significar enriquecimiento, pero también contribuyen, de una u otra manera, a nuestro empobrecimiento, incluso al aislamiento pese a parecer que están hechos para lo contrario. Otros riesgos son, por ejemplo, el sesgo de contenido y la pérdida de privacidad, que se está convirtiendo en un gran problema en la actualidad. La gran mayoría de estos dispositivos son espías domésticos, ya que para poder cumplir su papel necesitan aprenden todo sobre nuestros hábitos, horarios, gustos, preferencias… Esto nos hace muy vulnerables, sobre todo si no somos conscientes de que estamos expuestos. ¿Estamos seguros de que queremos dejar la puerta abierta de nuestra casa, ese lugar que desde épocas remotas es nuestro lugar seguro, a algo que desconocemos o que al menos no somos capaces de controlar?
Desde Home Renaissance Foundation proponemos pararnos a pensar en lo que la IA ha hecho por nuestros hogares hasta ahora y lo que podría hacer en un futuro. La era digital del hogar ya está aquí. Podemos fomentar aquellos beneficios que nos trae, pero cambiar lo que, tras una profunda evaluación, no nos parezca apropiado. Hay que tener en cuenta que hoy en día los cambios van más rápido que nuestra reacción a ellos, pero en esto nos jugamos mucho. Vale la pena tomarse un momento para reflexionar hacia dónde nos lleva la IA, y si queremos llegar ahí. De nosotros depende estar preparados y preparar a las futuras generaciones para que ese impacto de la tecnología sea positivo y tengamos las herramientas suficientes para enfrentarnos a los riesgos que van a surgir.