El hospital infantil del Papa ha atendido a 1.800 niños ucranianos
«Recuerdo una niña que durante tres días no quiso ni que la tocaran, solo miraba al techo», explica la presidenta del Bambino Gesù en una entrevista a los medios vaticanos
En los primeros compases de la invasión rusa de Ucrania, el hospital pediátrico del Papa ya comenzaba a diseñar un plan para atender a los niños enfermos y a los posibles heridos por los ataques. Eran los primeros días de marzo y el Bambino Gesù ya había dispuesto 20 camas especiales para pacientes oncológicos provenientes de Ucrania. Pero el dispositivo se amplió porque, a la semana del primer bombardeo, ya recibieron a un pequeño ucraniano al que la propia familia había trasladado en coche hasta Italia. El hospital, la Cruz Roja Internacional y el Ministerio del Interior Italiano se pusieron manos a la obra conjuntamente para evacuar y trasladar en las mejores condiciones posibles a los niños enfermos y también a los niños ya heridos de guerra. A tan solo dos semanas de comenzar la agresión rusa, el hospital infantil del Papa ya curaba las heridas de cuatro niñas alcanzadas por la metralla, dos de ellas, con amputaciones.
«Se quedaba mirando al techo»
Desde entonces, la guerra se ha recrudecido y los niños han seguido padeciendo sus consecuencias. Desde aquellas primeras cuatro niñas, el hospital ya ha atendido a 1.800 menores heridos en Ucrania. Lo confirma en una entrevista al periódico vaticano, l’Osservatore Romano, la presidenta del Bambino Gesú, Mariella Enoc. Explica que en el hospital les intentan que se sientan como en casa y que, además de curar su cuerpo, procuran «llenarlos de amor para que, de alguna manera, olviden el mal que han vivido». Sin embargo, ante la perspectiva de que muchos tengan que pasar allí la Navidad, confiesa que «no hay regalos que puedan compensarlos». La doctora destaca que los pequeños han pasado por «una experiencia de destrucción» y, para ilustrar la magnitud de los traumas, recuerda el caso de una niña que durante tres días no quiso ni que la tocaran, «se quedaba mirando al techo», concluye Enoc.
Estos niños han llegado a Roma acompañados por sus familias o por uno de sus padres, como el caso de una de las niñas a la que tuvieron que amputarle el brazo. El hospital también se vuelca con los familiares para que se sientan en familia.
Al poco de cumplirse un mes de la invasión, Francisco visitó a los niños que curaba el hospital vaticano. «Durante su visita, el Papa acarició a un niño que lloraba. Se mostró extraordinariamente tierno con estos niños que han sufrido un trauma, como tantos otros niños de tantas guerras que han llegado aquí», asegura la presidenta del Bambino Gesù rememorando la visita del Papa.
Quiere que traigamos a su madre
Mariella Enoc insiste durante esta entrevista en la importancia del amor y el calor humano en el tratamiento de estos niños heridos en Ucrania y de otros pequeños de todo el mundo que acoge y cura el hospital pediátrico del Papa, un centro médico de vanguardia reconocido internacionalmente.
La presidenta habla de un caso de los últimos días que le ha impactado mucho y que deja constancia del empeño de este centro médico por aplicar una medicina humana. En la planta de paliativos tratan a un niño de Yemen con un agresivo cáncer facial que solo está acompañado por su hermano: «La cirugía empeoraría las cosas. Así que están en cuidados paliativos para aliviar su dolor, pero realmente es terrible de ver. Fui el otro día y, después de dos meses, se había deteriorado mucho y al tratar de entender lo que quería, descubrimos que quiere que hagamos venir a su madre. Estos días estamos haciendo lo imposible para que la madre de este niño venga a pasar la Navidad. Me gustaría que las instituciones nos ayudaran a hacer todo lo posible para que esta madre pueda venir, para estar cerca de su hijo en esta última fase de su vida…».
El mejor regalo es curarse
La Navidad puede ser muy dura para las familias de las personas hospitalizadas, más si se trata de niños. Por eso, la presidenta del Bambino Gesù explica que el mejor regalo que esperan estos pequeños es, sin duda, «poder curarse y poder volver a casa». Enoc además tiene una petición. Pide que, en lugar de regalos, quien quiera colaborar lo haga con la investigación científica.
«Ante todo, en nuestro hospital, las familias pueden estar cerca de sus hijos. Incluso en la reanimación, un miembro de la familia puede permanecer cerca del niño, y ésta es una opción a la que me opuse mucho, pero luego me di cuenta de lo mucho que esta presencia ayuda a los niños a luchar y recuperarse. También ayudamos a las familias que vienen de lejos, que son familias en las que solo está la madre, o solo el padre, a entrar en el círculo de todas las demás familias para que al final del día se sientan en una familia ampliada», concluye en esta entrevista.