Queridos sacerdotes, religiosos y fieles laicos:
Avanzada la celebración de los 500 años del nacimiento de Santa Teresa, la Iglesia tiene la dicha de iniciar el V Centenario de otro de sus hijos amados, San Felipe Neri. El 25 de mayo de este 2015 da comienzo este otro Año Jubilar con ocasión del nacimiento del que es llamado «Apóstol de Roma». Concluirá el 26 de mayo del 2016.
Como sabéis, desde 1694 nuestra ciudad de Alcalá, y por tanto nuestra diócesis, cuenta con una Congregación del Oratorio de San Felipe. A lo largo de más 300 años, dicha Congregación ha sido fuente de vida espiritual, de cultura cristiana, de obras de caridad, de fundaciones de otros institutos religiosos.
San Felipe nació en Florencia en 1515. La Providencia lo llevó pronto a la ciudad eterna. La importancia de san Felipe en la vida de la Iglesia pasa, en primer lugar, por el efecto que ejerció sobre la salud espiritual de la Urbe.
Felipe llegó como laico a una Roma enferma. Llegó ya marcado por el amor a Jesucristo y eligió una vida silenciosa en la ciudad. Fue como si tomase su pulso, como si se adentrase en su alma y en su tradición apostólica y martirial, buscando siempre la soledad para la oración, pero sin apartarse de aquellos hombres a los que estaba destinado. Suplicó y recibió un don especialísimo del Espíritu Santo. Desde entonces, una estrechísima relación con Jesucristo y una alegría desbordante le caracterizan.
El amor a Cristo le hizo volcarse sin cálculo alguno sobre los que le rodeaban. Y los ganó para Cristo sin artificio, sin un método estudiado, por el afecto divino con que los envolvió y por la alegría con que lo hacía.
Fue ordenado sacerdote con 36 años. Amante de la sencillez y de la humildad, refractario a toda forma de afectación, ejerció su benéfica influencia sobre todo desde el confesionario. Pero el afecto sincero, limpio y alegre con que rodeaba a todos iba mucho más allá de los muros de la iglesia donde confesaba. Su solicitud le convirtió en un padre sabio con el que se deseaba estar y del que se deseaba aprender. Dejó que unos y otros entrasen en su vida y le desposeyesen. Dándoles paso a su propia vida los vinculaba a la íntima relación que él tenía con Dios. Así nació el Oratorio, primero, y la Congregación del Oratorio, después.
A su muerte, el 26 de mayo de 1595, después de una larga vida, San Felipe había ejercido en Roma, en el corazón de la Iglesia, una influencia que sería decisiva, y de la que seguramente él no fue del todo consciente.
Pero la Iglesia de Roma enseguida reconoció en él el sello de una renovación espiritual solo comparable a la que habían ejercido allí los santos apóstoles Pedro y Pablo. Eso explica que San Felipe comparta con San Pedro y San Pablo el patronazgo de Roma y que lleve el título de «Apóstol de Roma».
La presencia de la Congregación de San Felipe Neri en nuestra ciudad de Alcalá es como un reclamo que nos invita a dejarnos encontrar con el que es la fuente de la verdadera alegría.
Os invito a que aprovechemos este nuevo Año Jubilar para «volver al corazón», es decir al trato personal con el Señor y a la alegría que nace de este trato. ¡Ojalá una corriente silenciosa, como aquella que recorría con la presencia de San Felipe las calles de su amada Roma, recorra también las calles de la ciudad de Alcalá y de toda la Diócesis Complutense! Os animo a redescubrir esta alegría acudiendo al beneficio de la intercesión de San Felipe y a los beneficios de la indulgencia plenaria que se puede ganar con la visita a la Iglesia del Oratorio, con las condiciones habituales.
Los padres del Oratorio acogerán con agrado a todos los que acudáis allí para rezar, para celebrar la penitencia o la Eucaristía, para suplicar la intercesión de San Felipe. Han preparado una serie de actos para esta ocasión tan especial y, sobre todo, han dispuesto una Misa Jubilar que se celebrará diariamente. En su nombre os hago llegar también el deseo de recibiros a todos, sacerdotes, religiosos y laicos, y de haceros partícipes del gozo de esta celebración.