El funeral y velatorio de fray Pablo: una gran fiesta - Alfa y Omega

El funeral y velatorio de fray Pablo: una gran fiesta

Adoración al Santísimo, palabras de alegría, la cruz completamente cubierta de flores y vida, mucha vida es lo que se ha vivido en Salamanca, en la iglesia salmantina de los carmelitas de El Carmen de Abajo

Álvaro Real Arévalo
Foto: Diócesis de Salamanca.

Muchísimos jóvenes se congregaron en la noche del domingo al lunes para acompañar a fray Pablo María de la Cruz, el joven fallecido el pasado sábado pocas semanas después de haber entrado en los carmelitas como novicio in articulo mortis. Por expreso deseo suyo, su cuerpo quedó colocado en el centro de la iglesia en una exposición del Santísimo Sacramento, durante toda la noche y hasta el comienzo del funeral. No paró de llegar gente.

«Impresionante», aseguraron a la diócesis de Salamanca algunos de los jóvenes que acudieron a la vigilia con una flor en la mano. Quien pueda, «que lleve su flor favorita al velatorio», pidió fray Pablo en sus últimos deseos. «Nuestro Señor Jesucristo convirtió el leño de la cruz en árbol de vida eterna» y por ello el joven carmelita dejó escrito: «La cruz es mi alegría, no mi pena». No pararon de llegar jóvenes y flores, completando la cruz que tanto anhelaba fray Pablo. La cruz se hizo vida.

Foto: Diócesis de Salamanca.

La Misa funeral se celebró tras el rezo de laudes. Previamente durante el velatorio, que se prolongó toda la noche, estuvo expuesto el Santísimo. La monición de entrada la realizó fray Desiderio García, quien fue su director espiritual. «El vivo al bollo y el muerto al hoyo», decía fray Pablo y se quedaba tan tranquilo, relató el fraile. «Venimos a presentar al Altísimo a Pablo María de la Cruz, a encender la luz que representa a Cristo Resucitado en este cirio», añadió, poniendo en un contexto de fe lo que fray Pablo decía a su madre.

Fray Salvador Villota, prior de la provincia carmelita de Aragón, Castilla y Valencia, pronunció la homilía y las palabras finales fueron las del obispo de Salamanca, José Luis Retana. Toda la celebración, lecturas y cantos fueron elegidas por el mismo Pablo.

«Como me comentabais ayer, queridos Ricardo y María del Carmen, en la comida festiva que celebramos los amigos en esta bendita casa, en ninguna de vuestras peticiones de un milagro habríais podido siquiera imaginar el bien y la belleza que habéis experimentado en todo lo que está rodeando la muerte de vuestro hijo, vuestro hermano y nuestro amigo Pablo», destacó el obispo de Salamanca.

Foto: Diócesis de Salamanca.

«Pablo nos ha conmovido por su alegría y una paz difíciles de describir en un joven de esa edad, acrisolado por la enfermedad de varios años. Sus padres y hermanos le han acompañado con un dolor mitigado por la fe. Él, enamorado de Cristo, con un afecto tan grande por la Iglesia, con una amistad tan extraordinaria con los jóvenes que le habéis tratado y a los que ha evangelizado con su modo sencillo y extraordinario de afrontar la enfermedad», continuaba el mensaje final. Subrayaba además «su amor a la Eucaristía, la paz e incluso la alegría ante la muerte, porque entiende que en ella se cumple el designio grande para el que estamos hechos».

El próximo martes está previsto que sus amigos celebren en los jardines del Carmen, en la capital salmantina, una fiesta con canciones elegidas también por el propio Pablo para recordarlo en un ambiente de fiesta y alegría.