El fotógrafo palentino del Papa
Es casi la una del mediodía y vuelve de lo que él llama el ritual, es decir, su rutina de todos los miércoles por la mañana: llegar sobre las ocho a la oficina, coger su cámara de fotos y bajar a la plaza de San Pedro para situarse en el mejor sitio posible. Allí pasará las próximas cuatro horas y media, con lluvia o con sol, intentando captar una imagen del Papa Francisco que pase a la posteridad… Y algunas ya tiene. La plaza de San Pedro es el entorno natural de Daniel Ibáñez, un palentino de 25 años que es el fotógrafo más joven que retrata al Papa Francisco y además el único español
Daniel Ibáñez trabaja para la agencia ACI Prensa, con la que ha recorrido media Italia y parte de Europa siguiendo los pasos del Santo Padre. La última ciudad a la que lo acompañó fue a Ostia, a unos 30 kilómetros de Roma, con motivo de la celebración de la solemnidad del Corpus Christi. Está ya preparándose para viajar con él a Bari, donde Francisco ha convocado a líderes cristianos de todas las confesiones para rezar juntos por Oriente Medio.
¿Hiciste alguna foto en Ostia que te gustara especialmente?
Pues una que tomé al Papa envuelto en el humo del incienso y otra en la que está levantando al Santísimo con las casas de este barrio de la periferia de Roma al fondo. Es muy significativa, ¿no? Para mí ha sido bonito salir de la ciudad en esta solemnidad, porque era la primera vez en 50 años que se hacía, cuando también fue allí Pablo VI.
Esa fue la última de tus instantáneas, pero, y tu primera foto de Francisco… ¿cómo recuerdas ese momento?
Fue en marzo de 2014 y me quedé bloqueado. Yo había visto al Papa como peregrino en el año 2013 –un miércoles que asistí a la audiencia general–, y en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Jamás hubiera pensado que unos meses después le estaría haciendo fotografías como profesional. Fue una sensación nueva, como si no hubiera nadie a mi alrededor. Fue flipante.
Te habías convertido en fotógrafo del Papa.
No me lo podía creer. Creo que ese día no hice ni muchas ni muy buenas fotos. No me salían, y mira que está muy cerca. Siempre le tenemos como a unos dos metros, pero no podía ni darle al botón.
¿Cuáles son tus fotos favoritas de cuantas has hecho?
Hay dos. Una de ellas es un retrato del Papa que es la portada del libro del sociólogo francés Dominique Wolton, Papa Francisco, política y sociedad, en su versión polaca. Y la otra foto es la de la avispa volando junto a la mano de Francisco. La hice el 25 de octubre del año pasado. Y me acuerdo muy bien porque me felicitaron por ella muchas personas y porque además era el cumpleaños de mi abuela.
Tú conoces bien el rostro del Santo Padre, ¿qué revela su cara?
El Papa disfruta cuando está con las personas. Cuando está ocupado con temas burocráticos o administrativos o con visitas oficiales no se le ve disfrutar mucho. Sin embargo, cuando él está en la plaza y saluda a una familia, o bendice a un niño o le ofrecen mate su expresión cambia. Está contento.
También su expresión cambia, por ejemplo, cuando va a celebrar la Eucaristía. Está mucho más concentrado, es como otro. E incluso, durante la Misa cuando consagra, tiene otra cara.
¿Es fácil hacerle fotos?
Realmente no. Es alguien que, como bien sabemos, se salta los protocolos y eso hace difícil seguir sus movimientos porque improvisa continuamente. Te supone estar mucho más atento.
¿Te imaginaste alguna vez este tipo de vida?
Nunca imaginé que un palentino pudiera llegar tan cerca del Papa porque, como yo vengo de una ciudad pequeña, en realidad, siempre he pensado en pequeño. Pero ahora siempre recuerdo una frase de san Josemaría Escrivá de Balaguer que es «sueña y te quedarás corto». Estoy feliz. Me encanta mi trabajo. No tiene precio.