Tom Corcoran, adjunto del párroco en Nativity Church en Baltimore (EE. UU.): «El Evangelio no cambia, pero los métodos deben cambiar»
En el orbe católico occidental hay un movimiento de renovación parroquial imparable. Obispos, párrocos y laicos se han dado cuenta de los efectos de la secularización y han comenzado a renovar la pastoral de las parroquias adoptando técnicas procedentes del mundo de la empresa. Nativity Church (www.churchnativity.com), en Baltimore (USA) es uno de sus referentes. Su párroco, Michael White, y su adjunto, Tom Corcoran, han contado cómo lo hacen en el libro La reconstrucción de una parroquia
¿Cuándo os disteis cuenta de que la pastoral habitual de vuestra parroquia no era realmente evangelizadora?
Fue un proceso creciente que duró cerca de cinco años. En mi caso, yo llevaba la pastoral juvenil, y mi epifanía llegó al leer el libro Purpose driven youth ministry. Me di cuenta de que en realidad no entendía lo que hacía ni por qué lo hacía. Estaba cansado y agotado, y necesitaba respuestas.
Si un párroco quisiera renovar su parroquia, y pasar de una pastoral de mantenimiento a una pastoral de evangelización, ¿qué tendría que hacer?
El primer paso sería reunir un equipo y pintarles una visión de lo que podría y debería ser la parroquia. Luego deberían comenzar a pensar en cómo mejorar la experiencia del fin de semana para que apoye esa visión, comenzando por una Misa y luego siguiendo por las demás; no se puede cambiar la cultura de una parroquia sin cambiar la experiencia del fin de semana. Además, una parroquia evangelizadora no consiste en un programa, sino en una cultura que debe ser desarrollada en todo lo que se hace.
Muchas parroquias están mirando al mundo de la empresa para aprender a usar sus mismas estrategias y mejorar la comunicación, el formato del producto, la estrategia de distribución… Hay quien lo define despectivamente como simple marketing. ¿Usted qué piensa?
Bien, creo que hay precedentes en las Escrituras para usar las prácticas comerciales que nos rodean y aplicarlas a nuestra vida religiosa y parroquial. El salmo 23 habla de pastorear, ¡pero nadie acusa a David de utilizar sus prácticas comerciales para describir su relación con Dios! Estoy de acuerdo con que la Iglesia no es un negocio, pero podemos usar prácticas comerciales para avanzar en la misión que Dios nos encomienda. Podemos aprender los principios de una comunicación clara y una estrategia bien pensada para llevar a las personas a una relación creciente con Cristo. Para llegar a estas personas, debemos aprender cómo llegan las empresas a la gente, porque en este momento tienen mucho más éxito que nosotros. Nada de esto contradice la necesidad de orar. Oramos como si todo dependiera de Dios, trabajamos y planificamos como si todo dependiera de nosotros.
Si no usamos técnicas nuevas, ¿perderemos la relación con nuestros contemporáneos, con nuestros jóvenes?
¡Absolutamente! Esto no significa que tengamos que comprometer nuestro mensaje. El mensaje nunca cambia, pero los métodos deben cambiar. Tampoco significa que tengamos que abandonar los aspectos místicos y misteriosos de nuestra fe, que creo que son muy atractivos para la próxima generación. Pero si no nos adaptamos a nuestra cultura, la Iglesia se volverá inaccesible para ellos.
En su web, en el apartado Our team, aparecen un montón de laicos y entre todos ellos, casi como uno más, el sacerdote. ¿Para evangelizar bien desde una parroquia es necesario que el párroco sepa liderar un equipo de laicos?
Sí, así lo creo. Lo primero y más importante es que necesita un equipo de personas dotadas de liderazgo para tener un verdadero impacto. No hay muchos sacerdotes que puedan tener ellos solos todas esas aptitudes. Pero además de eso, los laicos tienen relaciones con personas fuera de la parroquia que un sacerdote simplemente no tiene.
¿Cómo han de ser los laicos de una parroquia verdaderamente evangelizadora? ¿Son difíciles de encontrar?
Tienes que desarrollarlos. Eso se hace mediante una buena predicación, creando una gran experiencia de fin de semana y desafiándolos a dar algunos pasos de discipulado. Los desarrollas también al pintar la visión de una parroquia de la que la gente querría formar parte. Existe la noción errónea de que la evangelización (llegar a los alejados) y el discipulado son opuestos. Eso no podría estar más lejos de la verdad. La verdad es que son dos caras de la misma moneda.
Cada vez son más frecuentes las iniciativas de evangelización directa, de salir a la calle y hablar a otros de Dios…, y cada vez hay más conciencia de la necesidad de una formación y una integración posterior. No basta con salir; hay que hacer discípulos. ¿Cómo consiguen esto en su parroquia?
El discipulado comienza con las Misas del fin de semana, que son el motor del barco la parroquia. El púlpito es el timón. Por eso, nosotros invertimos una gran cantidad de energía en nuestras homilías de fin de semana. En esos mensajes predicamos una y otra vez cinco aspectos que creemos que son de vital importancia para crecer como seguidores de Cristo: servir en algún ministerio o misión de la parroquia, donar y dar el diezmo, participar en un pequeño grupo, rezar y recibir los sacramentos, y compartir tu fe. Averigua los bloques básicos de discipulado que crees que son importantes para el crecimiento espiritual, comunícalos claramente y luego crea sistemas en tu parroquia que los hagan más fáciles y accesibles para tus fieles.
¿Cómo funcionan esos grupos pequeños en su parroquia?
Tenemos un formato muy sencillo: unos minutos de charla informal, una breve oración, un video, hablar sobre algunas preguntas y luego acabar con una oración. Es simple, pero requiere un gran esfuerzo y un buen programa para que funcione. Yo soy un gran defensor de los grupos pequeños: crean una gran sensación de comunidad, y hemos descubierto que las personas que están en un grupo pequeño tienden a dar más dinero a la parroquia.
Que un laico como usted sea corresponsable en la vida de una parroquia tan enfocada a la evangelización no es muy habitual. ¿Es este el futuro?
Creo que ahí es donde Dios nos está guiando. Quizás la razón por la que tenemos una crisis de vocaciones en tantos lugares es porque Dios quiere fomentar la cooperación entre los laicos y el clero.