En el libro entrevista de Peter Seewald con Benedicto XVI, a la pregunta sobre qué papel juega la relación con el mundo judío en su pontificado, el Papa señala: «Debo decir que, desde el primer día de mi estudio de la Teología, he tenido de alguna manera la claridad inmediata acerca de la unidad interior entre la Antigua y la Nueva Alianza, entre las dos partes de nuestra Sagrada Escritura. Me di cuenta de que sólo podemos leer el Nuevo Testamento junto con el precedente, pues, de otro modo, no lo entenderíamos en absoluto».
Son muchas las amenazas culturales que se ciernen sobre la adecuada comprensión de sentido de la unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Amenazas de percepción, y por tanto de comprensión, que también influyen en la exégesis. Podríamos hablar, por ejemplo, de quienes sostienen que el Antiguo Testamento es un libro robado a otra religión; o de quienes apuestan por devaluar el acontecimiento de Cristo en clave ecuménica; o de quienes insisten en que se puede prescindir de la primera parte de la Biblia, expresiones del marcionismo recurrente. Debemos recodar aquí lo que Benedicto XVI escribe en Verbum Domini: «En el Antiguo Testamento, se encuentra la raíz del cristianismo, y el cristianismo se nutre siempre de ella. Por tanto, la sana doctrina cristiana ha rechazado siempre cualquier forma de marcionismo recurrente, que tiende de diversos modos a contraponer el Antiguo con el Nuevo Testamento» (n. 40).
De la producción teológica del profesor de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, Ignacio Carbajosa, ya se había dado cumplida cuenta en estas páginas. Por ejemplo, con la referencia a sus más que notables trabajos sobre la interpretación de la Escritura, a la luz de la investigación sobre el Antiguo Testamento. Ahora nos ofrece un interesante libro, que es recopilación de las aportaciones más recientes de nuestro autor, y que tiene como especial característica, además de su conocimiento de las más modernas corrientes de la exégesis y de la teología bíblica, en general, la claridad en el discernimiento y una preocupación por un serio diálogo con la cultura contemporánea. Véase, por ejemplo, el artículo El Antiguo Testamento, realidad abierta, en contestación a un libro reciente de Harold Bloom. Se divide este volumen en cinco partes, con los siguientes nombres: Desvelar el Antiguo Testamento; La Sabiduría amante de Israel; Job y el problema del sufrimiento del inocente; El discurso lógico de los profetas y la testarudez de Israel; y un Apéndice, en el que se recoge un trabajo que debe ser destacado: Jesucristo, cumplimiento de la historia de Israel, en J. Ratzinger.
Lo que no podrá negar el lector de este texto es que su lectura siembra la inquietud por un acercamiento más frecuente y sistemático, y por un conocimiento más profundo, de las Sagradas Escrituras, incluida la dimensión espiritual. No olvidemos lo que escribiera H. U. Von Balthasar: «La palabra de Dios quiere ser desde el principio fructífera en la fecundidad del hombre creyente, y, en cuanto forma por la que Dios interpela la hombre, incluye la forma de la respuesta del hombre a Dios».
Ignacio Carbajosa
Encuentro
2012
280
25,00 €