El Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir - Alfa y Omega

El Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir

Sábado de la 28ª semana del tiempo ordinario / Lucas 12, 8-12

Carlos Pérez Laporta
Ilustración: Freepik.

Evangelio: Lucas 12, 8-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios, pero si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios.

Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

Cuando os conduzcan a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir».

Comentario

Podría parecer que Jesús comercia con nuestra valentía. Quid pro quo: «Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios, pero si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios». Pero en realidad nos está envalentonando: sitúa el plano ante los hombres delante de los ángeles de Dios. Ese es el fundamento de la valentía cristiana: nada de nuestra vida sucede simplemente ante los hombres, sino que todo acontece bajo la mirada atenta de los ángeles del Señor. El miedo se pierde cuando se sabe que no se está solo ante los hombres, sino que esas mismas palabras que uno dice ante los hombres para defender al Señor resuenan en el cielo como dichas por Cristo para que los ángeles puedan cantárselas a Dios en alabanza.

Por eso se entiende la indulgencia de después del Señor: «Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará». No se trata de no fallar nunca. Él siempre se mantiene fiel en nuestras infidelidades (2 Tim 2, 13). Basta que no nos cerremos al Espíritu Santo, que es quien vuelve a abrir el cielo para situarnos ante Dios en todo momento a través del perdón de Jesús. Todas las palabras sensatas y audaces nacen de esta confianza en el perdón de Jesús que con la fuerza del Espíritu nos dan confianza en todo momento: «no os preocupéis de cómo o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir».