El vía crucis que recorrió la prisión de Murcia: «Todos querían acercarse a la cruz»
El capellán y varios voluntarios de la Pastoral Penitenciaria recorrieron todos los módulos de la cárcel el viernes de Dolores
La Semana Santa ha vuelto a la prisión de Murcia I. Con las limitaciones que marca la pandemia, pero ha vuelto después de que el año anterior no se pudiese celebrar nada. Y comenzó con un emotivo vía crucis el pasado viernes de Dolores que, además, va a ser el único acto en el que participen internos de todos los módulos estos días.
Para hacerlo posible, un equipo de la Pastoral Penitenciaria –el capellán y varios voluntarios– salió de la capilla con la cruz a cuestas y fue recorriendo la prisión, rezando en cada uno de los módulos dos o tres estaciones. Previamente, se había preparado con los internos y, de hecho, fueron ellos mismos los que leyeron algunos de los textos. Cada estación se completó con cantos y con una reflexión del sacerdote.
«Ha sido el vía crucis más emotivo que yo he vivido en la cárcel», explica a Alfa y Omega Josefa Vera, religiosa de las Hermanas Apostólicas de Cristo Resucitado y responsable del voluntariado de la Pastoral Penitenciaria de ese centro. Lo que más le ha llamado la atención es el respeto y el silencio ante la cruz, «a la que todos querían acercarse». «Los rostros eran impactantes. Hubo mucho más recogimiento que cuando salíamos al patio antes de la pandemia», añade.
Los 15 o 20 internos que participaron en cada módulo confesaban, continúa la religiosa, que se veían reflejados en el camino de Jesús. El suyo pasa también «por un vía crucis» en espera de la resurrección. «Necesitan engancharse a Dios y no soltarse, porque vemos gente muy buena con ganas de perdón, de perdonar y perdonarse, de colaborar, de ser misericordiosos… Siempre dan ejemplo y a mí me ayudan», subraya,
Eso sí, considera que están «muy olvidados» por la sociedad en general: «Pensar que son los malos es lo peor que hay, pero hay gente que sabe perdonar, ser generosa. He visto cosas en la cárcel que no se ven en la calle». La hermana Josefa Vera cuenta que uno de los chicos que dejaba la prisión fue a hablar con ella para pedirle, por favor, que cuidaran a uno de sus compañeros que se quedaba, y que él estaba ayudando. «Hermana, no lo dejes solo, pues tiene miedo a que yo me vaya», le dijo a la religiosa.
«En la cárcel hay mucha vida espiritual»
Muchos encuentran o vuelven a la fe en la prisión. Y en la de Murcia no es una excepción. Solo un dato: hay 32 chicos apuntados para prepararse para la Confirmación. Pronto empezarán. «En la cárcel hay mucha vida espiritual. Sienten la necesidad de Dios, de orar, de perdonar…», añade.
—¿Y qué les dice Dios?
—Dios no se olvida de ellos. Son sus predilectos. Además, te hacen verlo. En la cárcel también se recibe. Con su vida, los internos te transforman, te ayudan e incluso te sugieren puntos para profundizar en la oración personal.
El resto de actos religiosos de la Semana Santa van a ser mucho más restringidos. Se celebrarán en la capilla y solo podrán participar en cada uno de ellos internos de un módulo. El Domingo de Ramos le tocó al de enfermería. El resto se repartirá entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección.
Vera reconoce que las personas que habitan tras los muros y las rejas de la cárcel están muy cansadas de la situación provocada por la pandemia. «Que no podamos entrar con normalidad ni la Iglesia ni las ONG ni siquiera sus familias se les está haciendo cuesta arriba», concluye.