El ejército del Papa, en miniatura
Cuando el avión del Papa aterrizó en Madrid, el 18 de agosto, y Benedicto XVI vio en la pista a 56 niños de entre 9 y 15 años con el uniforme de la Guardia Suiza, aunque con algún cambio
La Guardia Suiza es el ejército del Estado de la Ciudad del Vaticano, el más pequeño del mundo: tiene 110 miembros, sólo el doble del número de niños que esperaban al Papa Benedicto XVI en Madrid.
«La primera vez que vino Juan Pablo II en 1982, una madre majísima tuvo la idea de que el Papa se sintiera como en casa», explica Efrén Díaz, que ha sido el director, en esta ocasión, de la Joven Guardia Suiza. Se puso en marcha con un puñadito de niños, y se ha ido repitiendo siempre que el Papa ha venido a España. «Hemos tenido un equipo de madres y abuelas voluntarias que han hecho todos los uniformes iguales, pero a medida. Han sido más de 5.000 horas de costura, y mientras, rezaban el Rosario», explica Efrén. También iban a los actos con un costurero para emergencias.
La Joven Guardia Suiza recibió al Papa en el aeropuerto de Barajas el jueves de la JMJ, estuvo con él el viernes en la Nunciatura -donde vive el embajador del Vaticano en Madrid, y donde duerme el Papa cuando viene-, y le despidieron el domingo en el aeropuerto. Pero su labor iba mucho más allá: tenían que acompañarle no sólo con su presencia, sino con su oración, también antes y después de la JMJ.
Además, han tenido varias reuniones durante todo el curso para prepararse y aprender que estar en la Guardia Suiza no es sólo ponerse un uniforme de rayas. «Aquí nadie es guardia suizo si no se hace la cama, si no ayuda a sus hermanos o si se pelea -cuenta Efrén-. ¡No sería digno! Durante la Jornada, se han portado fabulosamente: han sido puntuales; cuando vinieron los obispos se pusieron de pie sin que nadie dijera nada; a los que el Papa no pudo saludar no hicieron ningún ademán de hacerlo ellos…».
Rodrigo Valdecantos (13 años)
¿Qué significa ser de la Joven Guardia Suiza y qué pensaste cuando te lo dijeron?
Es hacer que, cuando el Papa viniese a Madrid, se sintiese como en el Vaticano. Pero también significa rezar por él y pedir por lo que puede sufrir la Iglesia. Cuando me lo dijeron salté de alegría. Sabía que iba a estar en la JMJ, pero estar tan cerca del Papa era algo que nunca me hubiera planteado. No me tocó saludarle, pero estar a menos de un metro de él fue alucinante, nunca lo olvidaré. Ahí estaba el Santo Padre, la cabeza de la Iglesia. Después de tantos meses de trabajo y tantas sesiones, que han podido ser aburridas, ha merecido totalmente la pena.
Pablo Machuca (12 años)
¿Cómo os habéis preparado para ser guardias suizos?
Hemos tenido bastantes reuniones sobre seguridad y sobre protocolo. Al Papa se le saluda arrodillándose con la pierna izquierda y haciendo un amago de besarle el anillo. Arrodillarse con la derecha se hace sólo ante Dios. A la reina, se le hace la reverencia con la izquierda. También vino el Jefe de Policía de Madrid y nos contó la importancia de nuestra colaboración con la policía en la JMJ, aunque no protegiéramos al Papa.
¿Y pudiste saludarle?
Sólo nos dijimos Hola, pero fue una experiencia increíble. Supuestamente no estaba en el protocolo. Cuando vi que se acercaba, el corazón me latía a cien. Estaba muy nervioso. Con eso te quedas para toda la vida. Después, le di a la reina una de las medallas de la Guardia Suiza que teníamos todos. Se quedó muy sorprendida, y me dijo: «Muchas gracias». Y se fue sonriendo y mirándola, creo que le gustó.
Pablo Robles (12 años)
¿Qué tal fue la espera en el aeropuerto, todos con los uniformes?
Tuvimos que aguantar bastante. Gran parte del tiempo estuvimos dentro del aeropuerto, con aire acondicionado. En la pista sí hacía calor, y el uniforme es bonito…, pero da calor; más aún con la boina de lana negra. Pero nos fue bien porque bebíamos bastante agua. Ya nos habían dicho que no lleváramos zapatos nuevos para que no nos molestaran; y que nos mojáramos el pelo antes de ponernos la boina. Cuando salimos, la gente saludaba, aplaudía y gritaba: «¡Viva la Guardia Suiza!». No te conocen de nada, pero te saludaban por el uniforme. Yo no sabía qué hacer, si quedarme quieto o saludar. Y pensaba: Parece que soy importante, por ser guardia suizo.
Jaime Aguiló (11 años)
¿Con qué te quedas de esta experiencia?
Lo que más me gustó fue ver al Papa salir del avión. Era la primera vez que veía al Papa Benedicto en persona, y pensé: No podemos desaprovechar esta experiencia única. Vamos a rezar a tope por el Papa. Durante todo este tiempo, hemos rezado mucho por el Papa, y seguimos rezando ahora. Y de la preparación, lo que más me gustó fue la excursión que hicimos como entrenamiento para aguantar el calor. Fueron como cuatro horas de marcha. Nos divertimos mucho. En todo el año hemos hecho bastantes amigos.