El eco artístico de san Francisco de Asís
La National Gallery de Londres muestra hasta julio obras dedicadas al santo durante siete siglos
Por primera vez Reino Unido acoge una amplia exposición que estudia la figura de uno de los santos más venerados de la historia: san Francisco de Asís. La National Gallery de Londres ha sido la institución postora por esta investigación, que analiza al religioso del siglo XIII a través de la mirada del arte y poniendo en diálogo obras de artistas clásicos como Caravaggio, Zurbarán o el Greco con piezas radicalmente modernas de autores como Stanley Spencer, Antony Gormley e incluso con un representante del arte pobre.
El proyecto, expuesto hasta el 31 de julio, investiga las razones de las numerosísimas apariciones de este santo en la historia del arte, siendo probablemente la figura no bíblica más representada de la historia. Según los eruditos, se han registrado en torno a 20.000 imágenes de san Francisco solamente durante el siglo posterior a su muerte, sin contar las que pueden encontrarse en manuscritos iluminados.
Comisariada por el director de la National Gallery, Gabriele Finaldi, y el curador experto en arte y religión de la misma institución, Joost Joustra, la muestra cuenta con 40 obras que abarcan más de siete siglos. Tablas medievales y relicarios dialogan con obras tan contemporáneas como un cómic de Marvel. Tales saltos en el tiempo desvelan la atemporalidad de este gran santo y el espíritu de su misión. Por ejemplo, en la primera estancia se enfrenta un san Francisco en meditación de Zurbarán con la obra Sin título (para Francisco) de Gormley, escultura que representa al santo mostrando sus estigmas.
Aun habiendo nacido en una familia acomodada de exitosos comerciantes de seda, Francisco nunca vivió a gusto con la idea del mundo que le rodeaba. Experiencias como la guerra, el cautiverio o la enfermedad, sumada a alguna experiencia mística en la oración, le empujaron a tomar la decisión de renunciar a la herencia y dedicarse a la vida penitente. La perspectiva que tomaba san Francisco de Asís para defender la paz, a los pobres y mejorar el mundo le convirtieron en un agitador social radical… ¡Incluso podríamos afirmar que fue uno de los primeros ecologistas!
A medida que la orden franciscana ganaba admiración —mientras el camino artístico se encaminaba al Renacimiento—, estos frailes mendicantes comprometidos con la pobreza recibían, paradójicamente, más y más protagonismo en la arquitectura, artes decorativas y soberbias pinturas, como San Francisco de Asís con ángeles, de Botticelli, expuesta en la tercera sala. Por supuesto, el Concilio de Trento no ayudó en la búsqueda de discreción de la orden, más bien todo lo contrario, fue un auténtico florecimiento de lo que terminó por denominarse arte franciscano. Obras clave son San Francisco de Asís abrazando al crucificado de Murillo (traído de Sevilla), o San Francisco recibiendo los estigmas de El Greco.
El carácter ecologista del santo no es exageración y la muestra explica que es la perfecta faceta para la inspiración de autores modernos. Francisco defendía ardientemente que la naturaleza es el mismo reflejo de Dios. Llamaba «hermanas y hermanos» a los animales e incluso predicaba a los pájaros, y supuestamente persuadió a un lobo en la ciudad italiana de Gubbio para que dejara de atacar a los lugareños. En el himno que compuso titulado Cántico del sol da gracias a Dios por el hermano sol, la hermana luna, el hermano viento, el agua, el fuego y la tierra. Ciertamente tenía un gran amor por los animales y el medio ambiente. Algunos ejemplos de este impacto en el arte contemporáneo se muestran en la quinta sala de la exposición, como Frate Francesco e frate sole de Giovanni Costa, o Vogelpredigt (Sermón a los pájaros) de Andrea Büttner.
La vida de pobreza y desprendimiento (otro pilar básico de su espiritualidad) es también excelente excusa para relacionarlo con el arte pobre (movimiento del siglo XX nacido en Italia y que se refiere al uso de material humilde del día a día para crear arte). Encontramos en la exposición el ejemplo de Giuseppe Penone.
En definitiva, esta muestra arroja luz sobre cómo san Francisco capturó la imaginación de los artistas clásicos y modernos, cómo su imagen ha evolucionado a lo largo de los siglos trascendiendo el tiempo, los continentes y las diferentes tradiciones religiosas. Este monje sigue siendo una figura atractiva e inspiradora tanto para cristianos como para no cristianos, para pacifistas y ambientalistas, para quienes claman por la justicia social, para utópicos y revolucionarios, para amantes de los animales y para quienes trabajan por causas de humanidad y solidaridad.