El dilema de la Iglesia ante el brexit
El 55 % por ciento de los católicos de Inglaterra votó en 2016 a favor de que el Reino Unido abandonase la Unión Europea (UE), frente al 45 % que votó en contra. Así se desprende de un estudio publicado el pasado mes de octubre por los profesores Linda Woodhead y Greg Smith en la web de The London School of Economics. Bien es cierto que una porción importante del catolicismo inglés se concentra en el norte del país, uno de los principales caladeros del No.
Sin embargo, esta estadística acerca de la opción mayoritaria de los católicos aproxima en buena medida al resultado final del referéndum, en el que el 51,9 % de los votantes se pronunció a favor de la salida de la UE. De ahí la prudencia exhibida desde hace casi tres años por la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales (CBECEW en sus siglas inglesas) en lo tocante a los aspectos políticos más espinosos del proceso parlamentario y diplomático desencadenado por el veredicto de la consulta de 2016.
En vísperas de la votación, la CBCEW, por medio de su presidente, el cardenal y arzobispo de Westminter Vincent Nichols, recordó una serie de principios y alertó sobre las consecuencias que acarrearía una salida de la UE, pero sin pedir el voto para una determinada opción, en sintonía con la postura mantenida por otras conferencias episcopales en casos similares. En septiembre de 2017, es decir, año y medio después del referéndum, Nichols declaró que percibía «una emergente opinión popular» según la cual «no estamos dando vueltas alrededor de nosotros mismos, sino buscando nuevas oportunidades», léase las brindadas por el brexit.
En su última comunicación pública al respecto, fechada el 5 de febrero de este año, el purpurado volvió a un tono más preocupado, destacando «la angustia que produce en los católicos la incertidumbre generada» por alargamiento del proceso de salida, poniendo como ejemplo al creciente número de fieles –en su mayoría ciudadanos de países de la UE– que acuden alarmados a las parroquias de Londres para pedir ayuda sobre los trámites para garantizar su residencia una vez consumado el brexit. De ahí que haya movilizado a las parroquias para ayudar en los trámites a todos aquellos que lo necesiten, más aún si se tiene en cuenta el aumento de episodios xenófobos en todo el Reino Unido desde la victoria del No. Simultáneamente, el cardenal Nichols aboga por que el Reino Unido siga jugando un papel en Europa, sin precisar cuál debería ser la naturaleza de la relación.
La prudencia también inspiró el mensaje común suscrito en noviembre pasado por los líderes de las confesiones cristianas irlandesas, entre ellos el arzobispo de Armagh, primado de Irlanda y presidente de la Conferencia Episcopal que congrega a los obispos de ambos lados de la isla, monseñor Eamon Martin. «Es importante que reconozcamos las aspiraciones legítimas de quienes votaron por abandonar la Unión Europea y quienes votaron por permanecer. También oramos en este momento para que no se permita que las inevitables tensiones, que conllevarán las negociaciones del brexit y su funcionamiento, socaven la calidad de las relaciones y el entendimiento mutuo». Una alusión apenas velada a los últimos veinte años de paz y, más de actualidad, un llamamiento a que el asunto de la frontera entre las dos Irlandas, uno de los más delicados de la negociación del brexit. Monseñor Martin se mostró más explícito en su mensaje anual con motivo del día del patrón de Irlanda, «razón de más para que, en nombre de san Patricio, resolvamos evitar cualquier retorno a una infraestructura de sospecha y división que podría retrasar décadas de progreso».