El diario íntimo de Kiko
«Yo soy un despreciable e hipócrita; como un payaso predico tantas veces cosas que no hago…»
El Camino Neocatecumenal ya tiene su Camino, paráfrasis del libro que escribiera san Josemaría Escrivá, analogía de los Dichos de luz y de amor, de Juan de la Cruz, o de los Pensamientos de Pascal. Textos que marcaron la historia de la espiritualidad cristiana moderna y contemporánea. Con sabor de testimonio y testamento, el iniciador de este catecumenado posbautismal, Kiko Argüello, acaba de publicar Anotaciones 1988-2014, y lo ha hecho en la BAC. Un diario íntimo nada unamuniano, eco de la primigenia Didaché o Doctrina de los Doce Apóstoles: «Dos caminos hay, el de la vida y el de la muerte; grande es la diferencia…». Apuntes a vuela pluma de la pasión de un alma consciente de su misión y de la fragilidad de sus potencias.
Este diario del combate espiritual del iniciador del Camino Neocatecumenal servirá, a partir de ahora, de libro de oración y de estudio de la mística de una realidad que está presente en 124 países y en 1479 diócesis. Con cerca 20.500 comunidades en 627 parroquias, cuenta con unos 900.000 miembros, 2.100 seminaristas, 1.760 presbíteros y 115 Seminarios. Sacadas de contexto, de esa tensión no pocas veces desgarradora, son muchas las afirmaciones que provocarán más de un sobresalto. El realismo existencial con el que expresa su coloquio con Cristo se transforma en una provocación.
La clave de estos apuntes es la descarnada pugna con el yo, con el pecado, con el mal tentador, y la subsiguiente victoria Pascual. «Yo soy un despreciable e hipócrita; como un payaso predico tantas veces cosas que no hago…» (n. 24). El n. 189 evoca, en clave de lenguaje apocalíptico, un viaje a América, y lo acompaña de una profecía: «Hemos visto cómo una Bestia sale del abismo para luchar contra el Cordero. Tiene tres cabezas: el nacionalismo, la inculturación exacerbada y la ecología elevada a culto de la naturaleza». No es menor el interés del relato de la experiencia del exorcismo sobre China (n. 369), o la desgarradora persecución que sufrió con motivo de las pinturas del ábside de la catedral de la Almudena (n. 386), entre otras muchas páginas.
José Francisco Serrano Oceja / ABC