El Papa Francisco ha decidido suprimir la Comisión Pontificia Ecclesia Dei, encargada del diálogo con los lefebvrianos, y trasladar sus atribuciones a una sección especial de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Francisco parece haber abandonado la esperanza de que la vuelta a la comunión plena vaya a producirse de forma inmediata.
En un motu proprio, el Pontífice explica que han cambiado las condiciones que llevaron a Juan Pablo II a instituir Ecclesia Dei en 1988. Posteriormente –recuerda–, en virtud del motu proprio Summorum Pontificum, de 2007, Benedicto XVI extendió la autoridad de la Comisión Pontificia a los institutos y comunidades religiosas que se habían adherido a la forma extraordinaria del rito romano, encomendándole la supervisión de las disposiciones establecidas. Dos años después, con el motu proprio Ecclesiae unitatem, el Papa Ratzinger levantó la excomunión de los cuatro obispos lefebvrianos consagrados sin mandato pontificio y reorganizó la estructura de la Pontificia Comisión, con una mayor vinculación a Doctrina de la Fe.
Ahora, «la excepcionalidad termina», explica Andrea Tornielli, flamante director editorial del Dicasterio para la Comunicación. En un editorial difundido por el portal vaticano Vatican News, el periodista subraya que los nuevos dirigentes de la fraternidad «han anunciado que pedirán que se siga discutiendo con la Santa Sede sobre los textos del Concilio Ecuménico Vaticano II: una cuestión delicada» que será tratada por el prefecto de Doctrina de la Fe, el cardenal español Luis Ladaria.