El desarrollo integral pasa por las vacunas
La iniciativa COVAX para promover un reparto equitativo de las vacunas ha tenido que reducir sus compromisos en un 21 %, denuncia el Instituto de Misión Médica
Desde el comienzo de la pandemia, los expertos han advertido de que si la vacunación no era global surgirían nuevas variantes. Aunque aún no se sabe si es lo que ha ocurrido con la ómicron, sí es cierto que «con cada brote con un crecimiento exponencial de contagios la probabilidad de mutaciones aumenta», afirma Klemens Ochel, experto del Instituto de Misión Médica de Würzburg.
A pesar de ello, prosigue, la iniciativa COVAX, creada para distribuir las dosis de forma equitativa, ha tenido que reducir sus compromisos de envío en un 21 % en este final de año. Una de las causas es que «los países industrializados, que por un lado entregaron dinero para que COVAX comprara vacunas, al mismo tiempo le hicieron la competencia» al acapararlas. Además de que «se cumplan lo antes posible los compromisos de donación» de dosis, la escasez no podrá superarse totalmente sin descentralizar la producción, subraya Ochel. Las farmacéuticas deben estar dispuesta a «renunciar a su derecho a vender en exclusiva sus productos», como ha ocurrido con algunos medicamentos para el VIH. Al mismo tiempo, hay que construir instalaciones, transferir a esos países tecnología y conocimiento y «promover la investigación» en el sur.
Esta petición de que el trabajo por una vacunación global se dé en el contexto del crecimiento de una cultura sanitaria local ha sido una de las aportaciones del Papa Francisco en este tiempo, afirmaba el sábado en La Civiltà Cattolica Andrea Vicini, jesuita y profesor de Teología Moral y Bioética del Boston College. Recordaba, por ejemplo, cómo en octubre subrayó ante los miembros de la Biomedical University Foundation que la ayuda a los países sin vacunas debe hacerse «con planes de largo alcance, no solo motivados por las prisas de las naciones ricas por ser más seguras». La salud global, afirma el autor, es un «bien común universal» y parte del «desarrollo humano integral».
Obstáculos sobre el terreno
Pero incluso cuando la vacuna llega a los países de menos recursos hay obstáculos para llevarla a todos. «Ha habido que destruir dosis en algunos países» porque estaban a punto de caducar, reconoce Ochel. A los problemas logísticos se suma la reticencia de parte de la población, que teme que la vacuna sea un instrumento de control y cree que la COVID-19 es un problema ajeno a ellos, a pesar de que «hay investigaciones que demuestran que África ha sido golpeada con más dureza» de lo que parece.
Los estudios también subrayan que en ese continente «una mayoría sí quiere vacunarse, especialmente si están formados». Experiencias como la de Ruanda, con un 45 % de la población con pauta completa, corroboran que es posible. Para lograrlo, «las iglesias pueden convertirse en un pilar de apoyo», concluye Ochel. Además de apoyar las campañas de vacunación, Vicini afirmaba que deben contribuir a restablecer «un diálogo serio, respetuoso», desde «una escucha generosa» para «buscar juntos la verdad de forma rigurosa».