El cuarto de siglo de un obispo trabajador, cercano y bromista
De Santander a Madrid, pasando por Orense, Asturias y Valencia. La vida episcopal del cardenal Osoro ha dotado a la Iglesia de un rostro sencillo y amable
José Manuel Osoro recuerda perfectamente el día en que su hermano Carlos le dijo que le iban a hacer obispo. «Estábamos en el coche, en la estación. No sé si porque se iba o porque acababa de llegar. Entonces me dijo que todavía no era público, pero que lo habían nombrado obispo de Orense», rememora en conversación con Alfa y Omega. Ante la noticia, el hermano del hoy arzobispo de Madrid habla de alegría. La suya y la de su madre. «La mujer ya estaba enferma, pero lo vivió todo con mucho orgullo». José Manuel también destaca la capacidad de escucha de Carlos. «A todos nos gusta que nos atiendan cuando hablamos de nuestros problemas, ideas, y a él eso se le da muy bien y lo ha puesto en práctica toda su vida», concluye José Manuel Osoro, que anima a su hermano a «seguir en la misma línea» desarrollada durante ministerio episcopal.
- 1973: Nació en Cantabria en 1945. Es el mayor de tres hermanos. Fue ordenado sacerdote el 29 de julio de 1973. Su madre lo pudo ver como obispo. Su padre murió antes.
- 1997: El 27 de diciembre de 1996 el Papa Juan Pablo II le nombró obispo de Orense. Fue consagrado el 22 de febrero de 1997 y ese mismo día tomó posesión de la diócesis gallega.
- 2002: El 7 de enero de 2002 fue designado arzobispo de Oviedo. Tomó posesión el 23 de febrero del mismo año. Entre 2006 y 2007 fue administrador apostólico de Santander.
- 2009: El 8 de enero de 2009, el Papa Benedicto XVI le nombró arzobispo de Valencia; el 18 de abril de ese año tomó posesión de la archidiócesis, donde permaneció hasta 2014.
- 2014: El 28 de agosto de 2014 el Papa Francisco le nombró arzobispo de Madrid. Tomó posesión el 25 de octubre del mismo año. La celebración tuvo lugar en la catedral de la Almudena.
- 2016: El 9 de junio de 2016, el Papa Francisco erigió un Ordinariato para los fieles católicos orientales residentes en España, y nombró al arzobispo Osoro como su ordinario.
- 2016: El 9 de octubre de 2016 Francisco anunció un consistorio para la creación de cardenales, entre los que figuraba Osoro. El 19 de noviembre de 2016 recibió la birreta cardenalicia.
Este comenzó el 22 de febrero de 1997, cuando fue ordenado como obispo en la catedral de San Martín de Orense, hace ahora 25 años. Una celebración que «fue muy emocionante», asegura Jorge Estévez, delegado –entonces y ahora– de Medios de Comunicación de la diócesis gallega. «Lo que más nos llamó la atención fue la cercanía, la espontaneidad, la libertad del nuevo obispo para hacer, para decir, para acercarse a un niño y besarlo, para ir hacia un grupo de personas y contarles no sé qué. Trajo un aire nuevo que iba renovando todo y aportaba ilusión y esperanza».
Según Estévez, el nuevo obispo «no daba la impresión de ser novato». No en vano había sido vicario general en su diócesis natal, Santander. «Sabía qué se traía entre manos y lo que quería hacer», a pesar de que «él siempre dice que quiere mucho a Orense porque aquí le enseñamos a ser obispo».
Por todo ello, «al poco tiempo, se empezó a comentar en los ambientes eclesiales que valía tanto que nos iba a durar poco», asegura el delegado, que describe su estilo episcopal como «muy cercano y plagado de detalles». En este sentido, Jorge Estévez recuerda emocionado «el abrazo que le dio a mi padre a los pocos días de llegar a la diócesis. “Es que los papás de mis curas son un poco mi papá, que ya no está con nosotros”».
Osoro pasó cinco años en Orense hasta que en 2002 fue nombrado arzobispo de Oviedo. Allí se encontró con José Antonio González Montoto, al que le unía una amistad gracias a la labor de ambos en la pastoral juvenil. «Él había montado el club juvenil La Pajarera y yo peregrinaba a Covadonga con los jóvenes», asegura el hoy delegado del Clero de Asturias, que ha acompañado a Osoro en todas sus tomas de posesión.
De los siete años que el prelado cántabro pasó en Oviedo, Montoto destaca «la vinculación que tuvo con Covandonga» –donde llegó a crear un Instituto Mariológico–, «todo lo que hizo por la Institución Teresiana y lo mucho que potenció el apostolado laical». Con este bagaje, y «el trato cercanísimo que siempre brindó a unos y otros», hizo que «la gente lo adorara», a pesar de que, en ocasiones, «el querer llegar a todos le hacía llegar tarde a otros compromisos». Su recuerdo sigue «muy vivo en Asturias», afirma el sacerdote.
Antes de recalar en Madrid en 2014, Carlos Osoro fue designado como arzobispo de Valencia en 2009, donde se ganó el mote de «el peregrino», como lo llamó el Papa Francisco. «Tenía tendencia a que le subiera el azúcar y siempre que podíamos nos íbamos andando a visitar las parroquias», explica Álvaro Almenar, que fue su secretario personal en aquella época. «Se metió a Valencia en el corazón. La trabajó mucho». De hecho, «el ritmo era fortísimo. Yo me iba muchas noches a la una de la madrugada y él seguía todavía un rato más», asegura, al mismo tiempo que revela un aspecto poco conocido del prelado: «Es un auténtico bromista. Muchas veces cogíamos el teléfono y llamábamos a sacerdotes y amigos haciéndonos pasar por algún personaje conocido».
«Efectivamente, el titular sería ese: le gustan las picardías», confirma el obispo electo de Calahorra y La Calzada-Logroño, y durante años obispo auxiliar de Madrid, Santos Montoya, que considera a Osoro su maestro en el oficio. De él, destaca «su capacidad de trabajo y su sencillez de vida, huyendo de todo exceso protocolario, además de su ilusión por querer llegar a todos, sin escorarse a un lado o al otro», concluye Montoya.
«¿Correrá Europa hacia el abismo, hacia un verdadero suicidio? ¿Se reducirá el mundo civilizado a un campo de muerte?». Esta es la pregunta que, inspirado en la carta de Benedicto XV «a los jefes de los pueblos beligerantes» en agosto de 1917, lanzó el prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, cardenal Leonardo Sandri, el pasado viernes, 18 de febrero, en una audiencia con el Papa.
En el encuentro participaron los miembros de la congregación –entre ellos, el cardenal Carlos Osoro– y ocho patriarcas y arzobispos mayores de esas iglesias, que hicieron un llamamiento a la paz en Ucrania. «Elevamos una vez más el grito por la paz, y renovamos un caluroso llamamiento a quienes tienen en sus manos el destino de las naciones», aseveraron. Lo hacemos, explicó el cardenal Sandri, «movidos por un deber de conciencia y escuchando el grito de la humanidad: “Nunca más la guerra”».
Además de participar en las reuniones de la congregación, a la que se incorporó en 2019 ya siendo ordinario para los fieles católicos orientales residentes en España, el arzobispo de Madrid visitó la Secretaría General del Sínodo de los Obispos junto al vicario del Ordinariato, Andrés Martínez, el día 16.
Estuvieron con el secretario general, cardenal Mario Grech, y el subsecretario Luis Marín de San Martín, OSA, a quienes les detallaron los encuentros que el propio purpurado ha encabezado con políticos, profesores de universidad y empresarios, a los que próximamente seguirán otros con artistas y personas excluidas. «Ha sido una verdadera alegría constatar la amplia implicación y la gran creatividad mostradas. Agradecemos la visita y poder caminar juntos en este tiempo de esperanza», detallaron desde la Secretaría del Sínodo.