El Cristo de Dalí y el de san Juan de la Cruz cara a cara por primera vez en Roma
«Mi preocupación principal era la de pintar un Cristo bello como el Dios que es», señala el genio español del surrealismo en una carta
Cuando Salvador Dalí pintó su Cristo de Portlligat en 1951 el artista español, que ya en los años 30 era uno de los máximos exponentes del surrealismo, tuvo que salir al paso de las afiladas críticas que cuestionaban su ambición estética, con Jesús en un contorsionado ángulo cenital. «Desde el punto de vista religioso, esta objeción es insostenible, ya que mi cuadro ha sido inspirado por el dibujo en el que el mismo san Juan de la Cruz representó la Crucifixión. En mi opinión, este dibujo [el que el santo hizo] tuvo que ser hecho a consecuencia de un éxtasis. La primera vez que vi el dibujo, me impresionó tanto que, más tarde, en California, vi en sueños a Cristo en la misma posición, pero en el paisaje de Portlligat, y escuché unas voces que me decían: “Dalí, tienes que pintar este Cristo”», escribió en una carta que se conserva en el Ayuntamiento de Glasgow (Escocia).
Dalí se puso a dibujarlo al día siguiente de esa experiencia onírica. «Justo en el momento preciso en que empecé la composición, tenía la intención de incluir en ella todos los atributos de la Crucifixión —clavos, corona de espinas, etc.— y de convertir la sangre en claveles rojos clavados en manos y pies, con tres jazmines brotando de la herida del costado. Las flores habrían sido ejecutadas a la manera ascética de Zurbarán», explica el artista.
Sin embargo, antes de terminar el cuadro, Dalí tuvo un segundo sueño que cambió por completo la ejecución: «Volví a ver mi cuadro sin sus atributos anecdóticos: nada más que la belleza metafísica del Cristo-Dios. También había tenido de entrada la tentación de tomar como modelo, para el fondo, a los pescadores de Portlligat, pero en el sueño, en el lugar de los pescadores de Portlligat, aparecía, en un barco, un personaje de campesino francés pintado por Le Nain, del que solo el rostro había cambiado para parecerse a un pescador de Portlligat. El pescador, visto de espaldas, tenía, sin embargo, una silueta al estilo de Velázquez».
Inauguración el lunes
El icónico cuadro es propiedad del museo Kelvingrove Art Gallery de Glasgow, pero podrá verse de forma gratuita a partir del próximo lunes 13 de mayo en una exposición en la iglesia romana de San Marcello al Corso. En ella también se exhibirá el pequeño Cristo dibujado por san Juan de la Cruz que inspiró al artista.
En diciembre de 1948, tres años antes de acometer la obra, Dalí había visitado Ávila persiguiendo las huellas de santa Teresa de Jesús. A su llegada al monasterio de la Encarnación, lugar donde se forjó la vocación de la santa, se topó con el dibujo de la Crucifixión del otro abulense ilustre del siglo XVI y quedó absolutamente sobrecogido por la perspectiva tan moderna que mostraba. Las madres carmelitas conservaban como una reliquia aquel dibujo del poeta y místico español, quien, según la tradición, lo realizó tras una revelación mística. «Mi preocupación principal era la de pintar un Cristo bello como el Dios que es», señala Dalí en la misiva.
La muestra, en la que por primera vez se expondrán juntos, se enmarca en los proyectos culturales impulsados por el Vaticano para preparar el Jubileo de 2025 y podrá visitarse gratuitamente hasta el 23 de junio todos los días, de 8:00 a 20:00 horas. «Las dos obras que serán expuestas en esta iglesia del centro de Roma nunca han estado juntas en la historia y por primera vez se podrán admirar juntas gracias a la generosidad del monasterio de la Encarnación de Ávila, donde se conserva, y del obispo de Ávila, Jesús Rico García», han destacado los organizadores en un comunicado.
Esperanza cristiana
El Vaticano ha señalado también que, además de la extraordinaria belleza artística, el tema de la esperanza cristiana, que transmite el cuadro de Salvador Dalí, «lo hace particularmente adecuado al contexto del Jubileo», que tendrá como lema ‘Peregrinos de la esperanza’. «La esperanza surge ante todo de Cristo, flotando en la oscuridad, que se ofrece desde lo alto, como si el espectador lo viera a través de los ojos del Padre, para la redención de un mundo que, inmediatamente abajo, parece haber encontrado un luminoso puerto de salvación», ha añadido el Vaticano sobre la obra del artista español, fascinado por la belleza de Cristo.