El cristianismo y el estudio de la cultura contemporánea - Alfa y Omega

Mucho se ha escrito sobre las relaciones entre el cristianismo y la cultura contemporánea. En gran medida, lo que ahí está en juego es, además de la cuestión de la relación entre fe y razón, la posibilidad misma de ofrecer una respuesta racional a las preguntas sobre la vida y la muerte, sobre Dios y la eternidad, sobre, en definitiva, las cuestiones fundamentales de la existencia humana. ¿Tienen sentido las respuestas a estas preguntas, o son tan solo expresiones de meras preferencias subjetivas y, por consiguiente, carentes de pretensión de verdad? ¿Puede el cristianismo contribuir a responder a las mismas o, por el contrario, este ha de ser mantenido dentro de los límites de la subjetividad individual?

No son pocos los que dudan de que estas cuestiones puedan ser consideradas por la razón, ya que se piensa que no son susceptibles de un tratamiento científico. Las únicas proposiciones sobre las que se podría predicar la verdad o la falsedad serían las de la ciencia natural. Ciertamente, si se cuestiona el papel de la razón para plantear y responder a estas preguntas, parece difícil pensar que la fe pueda aportar su visión de estas. Ante esta situación caben, dicho en términos muy generales, dos opciones: o bien un rechazo de plano de las convicciones de nuestra época mediante una crítica negativa de las mismas, o bien un estudio de la cultura contemporánea desde su interior, reconociendo los evidentes elementos positivos que esta tiene y emprendiendo un diálogo entre ella y el cristianismo.

Es justamente este espíritu paulino de examinarlo todo y quedarse con lo bueno el que me animó como profesor a abordar la relación entre la cultura contemporánea y el cristianismo. Tradicionalmente, la universidad ha sido y es el entorno multidisciplinar por excelencia. Los académicos somos conscientes de que la realidad tiene muchas dimensiones y que sería un error pensar que esta se reduce a la dimensión que puede ser estudiada por la racionalidad científica. Ello tiene que ver con la clave del diálogo entre fe y razón, a saber, la percepción de la estructura inteligible de la realidad. En este contexto, para entender el mundo de hoy es necesario profundizar en las claves históricas y sociales con el fin de discernir cuáles son los elementos centrales del diálogo entre la cosmovisión científica y la religión en el siglo XXI, el modo en el que el pensamiento contemporáneo aborda la cuestión de la trascendencia, así como la relación entre la búsqueda de sentido en las artes y la literatura contemporáneas.

Estudiar la relación entre el cristianismo y la cultura contemporánea nos invita a poner el foco en el estudio de las principales cuestiones que configuran el mundo actual: el pensamiento, las artes, la ciencia y, por supuesto también, la religión. Para entender la estrecha relación que existe entre el cristianismo y nuestra cultura se requiere un enfoque interdisciplinar que permita desarrollar una comprensión unitaria de la realidad. Conviene abordar, a través de un diálogo circular entre fe y razón, los temas más acuciantes, analizándolos conjuntamente, tanto desde los saberes humanísticos como desde la teología.

Es precisamente en este contexto de la percepción de la estructura inteligible de la realidad donde se plantea la cuestión, esencial para el cristianismo y para la cultura contemporánea, de la verdad. En la medida en que fe y razón se refieren a esta estructura, ambas son complementarias; la fe es razonable y la razón es fiel. Su cooperación puede hacer plena justicia a la realidad que se les presenta. Como san Juan Pablo II señalaba en Fides et ratio, «no hay, pues, motivo de competitividad alguna entre la razón y la fe: una está dentro de la otra, y cada una tiene su propio espacio de realización».

En este sentido, la fe tiene que relacionarse necesariamente con la razón. Sin la cuestión de la verdad, como señaló Joseph Ratzinger, la fe «se quedaría sin aire que respirar». La verdad, captada por la «razón fiel», aparece así –de nuevo en palabras de Ratzinger– como el «espacio abierto en el que todos pueden encontrarse mutuamente y donde nada pierde su valor y dignidad propios». En virtud de su propia voluntad de racionalidad, el cristianismo se presenta hoy día como una apuesta seria por el papel de una razón ampliada, una razón que no es sorda a lo divino y abierta a la fe; una razón, en definitiva, fiel. Dios es Logos, pero Logos no es solamente razón, sino una razón que habla, que está en relación. A este diálogo nos gustaría poder contribuir en el Máster en Cristianismo y Cultura Contemporánea.