El cristianismo que libera a India de las castas
De los 10.000 alumnos que hay en los colegios de los Misioneros de San Francisco de Sales en el estado indio de Kerala, el 80 % son hinduistas, la religión predominante en el país. «Gracias a nuestra labor educativa, tenemos muchas oportunidades de entrar en el diálogo interreligioso, tanto con los niños con sus familias», afirma el sacerdote José Kumblolyckal, indio de nacimiento y católico de rito siro-malabar, que ha participado esta semana en la 69 Semana de Misionología de Burgos. Con el objetivo de reflexionar sobre la importancia de la misión y el diálogo interreligioso, la jornada ha contado con la participación, entre otros, de monseñor Miguel Ángel Ayuso, secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. El prelado señaló que para los misioneros este diálogo no es algo opcional, sino una «necesidad vital de la que, en buena parte depende nuestro futuro». Tras condenar reiteradamente los atentados terroristas del fundamentalismo islámico, defendió el papel de las religiones para construir la convivencia aunque, reconoció, «el principal obstáculo para el diálogo interreligioso es el miedo».
Miedo que se puede encontrar tanto en los cristianos como en sus interlocutores. Kumblolyckal reconoce, en conversación con Alfa y Omega, que «el hinduismo tiene miedo de dialogar con los cristianos porque temen que nuestra intención sea hacer proselitismo». El budismo, sin embargo, «es más aperturista, aunque en estos momentos es minoritario en el país. Solo se da en algunas comunidades próximas a la frontera con Nepal».
La realidad es que, aun sin la intención de hacer proselitismo, hay conversiones, «porque nuestra forma de vida les atrae. Por ejemplo, nosotros no permitimos el sistema de castas, una estructura hinduista que limita muchísimo al ser humano. Los cristianos predicamos que todos, sin excepción, somos hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza», explica el sacerdote. En las ciudades menos, pero las zonas rurales destacan por el alto número de conversos. «En una misión con 500 familias, tenemos aproximadamente 150 conversiones anuales».
Este enfrentamiento directo a la doctrina hinduista «de momento no nos ha costado ningún disgusto, aunque desde que el partido de Modry llegó al poder en mayo de 2014 hemos ido, poco a poco, perdiendo privilegios por ser una minoría religiosa». Además, el Gobierno ha orquestado toda una estratagema para que los conversos vuelvan a ser hindúes. «Intentan convencerles con dádivas y promesas, pero ya han experimentado la libertad y es difícil que quieran volver a su religión originaria».
La gran ventaja, reconoce el misionero, es que el papel del cristianismo en la educación de la India tiene todavía una solera capaz de superar los obstáculos gubernamentales. «El pueblo manda a sus hijos a nuestros colegios y es ahí donde aprovechamos para cristianizar la cultura». Y pone como ejemplo una muestra cotidiana de la diferencia entre hindúes y cristianos: «La cultura india –enormemente influenciada por la religión– piensa que si das una ofrenda al templo, todo lo que te aproveches de otros en tu negocio está justificado. Los católicos creemos que no, que cualquier tipo de engaño es injustificable. Y así se lo enseñamos a los niños». Aun así, el Bharatiya Janata Party «no tiene mayoría absoluta, pero si la consiguiera en las próximas elecciones, nos dificultaría bastante nuestra labor». Ya han dado un paso importante, que es el de proponer nuevas leyes educativas en las que los textos hinduistas ocupen un alto porcentaje del programa.