El Corpus en Ámsterdam - Alfa y Omega

El Corpus en Ámsterdam

Ayer el Señor volvió a recorrer las calles de Ámsterdam, en el décimo aniversario de una procesión que se prohibió en 1578. El Gobierno y las comunidades protestantes se resistían a permitir su celebración para evitar una Misa andante por la ciudad. La celebración de ayer tuvo un marcado carácter ecuménico, con la presencia de diversas comunidades cristianas orientales, con las que se rezó por la liberación de los obispos sirios secuestrados

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El domingo 2 de junio, el Santísimo recorrió, de nuevo, las calles de Ámsterdam. Durante casi 2 horas, los fieles católicos y de otras comunidades cristianas acompañaron al Señor, en una procesión muy especial, bajo el lema Muestra a la gente que crees. Especial por la alegría de la procesión tras cientos de años de prohibición. Especial por el contraste de la piedad de los asistentes caminando con el Señor por las calles secularizadas de Ámsterdam. Especial por el carácter ecuménico de esta procesión.

Un año más, el tiempo acompañó, haciendo de los canales soleados, poblados de casas y barcos típicos holandeses, la perfecta estampa para llevar a Cristo un poco más cerca de todos sus habitantes.

La reacción respetuoso por parte de los turistas y espectadores llamaba la atención. Según avanzaba la procesión, se repartían folletos en los que se explicaba de manera sencilla lo que estaba pasando. Y se introducían en los buzones de las casas vecinas, para hacerles saber que el Santísimo había pasado por su calle.

500 años de prohibición

La de ayer fue la décima procesión del Corpus Christi en Ámsterdam, después de casi 500 años de prohibición. En 2004 se recuperó esta tradición, restringida en el año 1578. El Gobierno y las comunidades protestantes se resistían a permitir esta celebración, que calificaban de una Misa andante por la ciudad. Ayer, día del Corpus Christi, uno de los asistentes resumía así sus sentimientos: «Yo me sigo emocionando cada año al ver salir al Santísimo por las calles de Ámsterdam, después de haber vivido tantos momentos difíciles y tanta incomprensión hacia la religión».

El recogimiento de los cientos de fieles se mezclaba, efectivamente, con la emoción por ver un año más, y ya son 10, a la Hostia coronada en la custodia, bajo palio, recorriendo unas calles que parecen no reconocer el cuerpo de Cristo. Jóvenes asistentes señalaban ayer este punto como el más llamativo: «Ver que podemos pasear al Señor y con el Señor por estos canales, en la ciudad en la que todo es posible nos llena de esperanza y nos empuja a dar testimonio de nuestra fe».

El obispo auxiliar de la diócesis Haarlem-Ámsterdam, monseñor Hendriks, remarcó, en su homilía, que la procesión es como una imagen de nuestra vida. «El Señor nos acompaña siempre, pequeño y escondido a nuestros ojos. Hay también mil cosas que nos distraen, y tantas dificultades que nos caen sobre los hombros como un gran peso. Pero a la vez descubrimos en nuestro día a día pequeños signos del Señor, que nos dice: ¡Estoy aquí con vosotros!».

Carácter ecuménico

La procesión del Corpus Christi, en su décimo aniversario, tuvo un marcado carácter ecuménico. Católicos, sirios ortodoxos, una comunidad de cristianos de Armenia y coptos acompañaron al Señor por las calles de Ámsterdam. Todas estas comunidades se han unido a sus hermanos católicos para acompañar al Señor en la Eucaristía, reflejando así la unidad de la Iglesia. El recuerdo de los familiares en sus tierras de origen, donde no disfrutan de libertad religiosa, o de lo que ellos mismos vivieron en el pasado, hacen que esta demostración pública de su fe adquiera un valor añadido extraordinario.

Además, durante la celebración, estuvo presente el recuerdo de los obispos secuestrados en Siria. Todos los asistentes rezaron devotamente por la liberación de los pastores. Paralelamente, en Roma, el Papa Francisco también rezaba, durante la celebración del Corpus Christi, por la paz y por los obispos ortodoxos secuestrados: «Mi preocupación sigue siendo viva y sufrida por la persistencia del conflicto que desde hace más de dos años inflama Siria y golpea en especial a la población inerme, que aspira a una paz en la justicia y en el entendimiento. Esta atormentada situación de guerra conlleva consecuencias trágicas: muerte, destrucción, ingentes daños económicos y ambientales, así como el flagelo de los secuestros de personas. Al deplorar estos hechos, deseo asegurar mi oración y mi solidaridad pos los secuestrados y sus familiares y hago un llamamiento a la humanidad de los secuestradores por la liberación de las víctimas. Recemos por nuestra amada Siria».

Carmen Álvarez Santo Tomás
@CarmenAlvSTomas
Joven católica española (de Oviedo) residente en Ámsterdam, Holanda