El colegio de Hanna y Aida necesita tu ayuda
Por culpa de la pandemia, muchos padres palestinos se han quedado sin trabajo y no pueden pagar el colegio católico de sus hijos. Lo que se recaude este Viernes Santo en la colecta de los oficios les ayudará
El año pasado, durante el confinamiento en Palestina, en casa de Hanna decidían cada día «cuáles de mis hermanos se conectaban a clase online y aprendían, y cuáles se quedaban fuera». No tenían dispositivos para todos, y «la conexión a internet es muy mala». Además, recuerda su compañera Aida, «las plataformas eran difíciles de usar, nos costaba más concentrarnos y echábamos de menos el ambiente de clase». Estas dos chicas, que ahora tienen 16 años, estudian en el colegio católico Al Ahliyyah, de Ramala.
Tampoco para los profesores fue fácil. «Era como tener que dar clase y al entrar en el aula descubrir que habías perdido la voz», cuenta Diana, una de ellos. «Pensábamos que hacía falta un milagro para superar ese tiempo». Los responsables de los colegios trabajaron duro buscando las plataformas virtuales que mejor les podían servir. «Para los alumnos que no podían acceder a ella, los profesores preparábamos el material en papel».
La situación en las casas tampoco era fácil. Muchos padres de alumnos habían perdido su trabajo y se estaban quedando sin dinero. Abeer Hanna, la coordinadora de todos los centros católicos del Patriarcado latino de Jerusalén, cuenta que «se organizaron muchas iniciativas para animar a los alumnos y sus padres a superar el miedo y mirar su realidad de forma más positiva» con distintas actividades, como grabar vídeos. Aida, de hecho, está «muy agradecida por todo ese esfuerzo para hacernos sentir como si no pasara nada».
Centros privados para pobres
Este curso, han alternado las clases presenciales y online porque ha habido más confinamientos. El último, estas semanas. «Y si no nos llegan vacunas, el año que viene será igual», predice Abeer. Eso sería terrible para los colegios. En Palestina los centros católicos son privados, porque el Gobierno no les da dinero. Piden muy poco a las familias, porque la mayoría son pobres. Y aun así, muchas no pagan desde marzo de 2020. «Nos preocupaba no poder dar su sueldo a los profesores estos próximos meses» y tener que despedirlos o bajarles el salario.
El año pasado sobrevivieron con donativos que les hicieron organizaciones que se preocupan por los cristianos de Tierra Santa, que son una pequeña minoría. Ahora, la Iglesia ha aumentado la cantidad de dinero que les va a enviar, 1,5 millones de euros. Gracias a esta promesa, Abeer está más tranquila porque, por lo menos, va a poder pagar a esos profesores que tan duro están trabajando. Pero para que sea posible, los católicos de todo el mundo deben ser muy generosos: ese dinero sale de lo que se aporta en todo el mundo en una colecta especial en el oficio del Viernes Santo, y que siempre se destina a Tierra Santa.
Hace seis años los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa compraron el colegio Hellen Keller para niños ciegos de Beit Hanina (Jerusalén). La asociación que atendía a sus 40 alumnos se lo pidió porque ya no se podían hacer cargo. «Y nuestra misión aquí es ayudar», explica Ibrahim Faltas, el responsable de los colegios de la Custodia. Desde entonces, han estado renovándolo. «Ahora el centro está mucho mejor. Y los estudiantes, muy contentos». La Custodia también está construyendo un instituto de Secundaria en Caná (Galilea), donde no había. Pagar todo eso no es fácil ahora. Pero «la educación es una prioridad».