El cielo es gratuito
Semana del 31ª semana del tiempo ordinario / Lucas 14, 12-14
Evangelio: Lucas 14, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Comentario
«Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos». Con esta frase Jesús pone en el centro de la vida social la caridad. Desde la antigüedad, las relaciones entre los hombres debían de ser recíprocas. Aristóteles situaba en el culmen de la amistad en el mutuo deseo del bien, pero esta amistad era solo posible entre aquellos de probada virtud: solo los buenos, suficientemente fuertes para sostenerse en el bien, pueden ser amigos; con el resto de hombres esa amistad es demasiado arriesgada.
Jesús gira la situación por completo: la finalidad de la amistad, de compartir banquete con otros, no es el bien que ellos me aportan; no debo esperar de ellos pago alguno. El pago del caritativo está en la caridad misma de la que se vive en el banquete; el pago del hombre caritativo es el amor gratuito del que él vive, y que recibirá en la resurrección de los justos. El pago es el cielo inmerecido, el cielo es gratuito. Solo el que vive de esa caridad de Cristo, del perdón de sus propios pecados, puede vivir practicando la caridad. La gratuidad solo puede nacer de la gratuidad.