El cardenal Sandri pide ayuda para los cristianos de Tierra Santa: Sus pruebas «aún no han terminado»
El prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales ha escrito una carta animando a todos los fieles a colaborar con la colecta a favor de Tierra Santa el próximo Viernes Santo. Es «un acto de restitución», pues de allí todos hemos «recibido el don y la alegría del Evangelio y de la salvación»
En Tierra Santa, «la Iglesia sigue trabajando por la salvaguardia de la presencia cristiana y por dar voz a quien no la tiene». Y para ello necesita la ayuda de todos los fieles del resto de mundo. Lo subraya el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, en una carta hecha pública este miércoles. En ella, como cada año, anima a participar con generosidad en la colecta a favor de Tierra Santa del próximo Viernes Santo.
La Iglesia en esta región —recuerda— «siempre ha ocupado un lugar importante y especial en el corazón de la Iglesia universal». Ya el apóstol san Pablo, al pedir a los cristianos solidaridad con sus hermanos de Jerusalén, les recordaba que ayudarles era «un acto de restitución» pues de allí todos hemos «recibido el don y la alegría del Evangelio y de la salvación».
Esta generosidad se hace particularmente necesaria, continúa el cardenal Sandri, pues las «duras» pruebas que esta región ha sufrido durante siglos «aún no han terminado». Lo demuestra «la tragedia de la continua y progresiva reducción del número de fieles locales, con el consiguiente riesgo de ver desaparecer las diversas tradiciones cristianas».
Acción pastoral y acción social
La ayuda de la Iglesia universal a Tierra Santa se distribuye a través de tres canales: la Custodia franciscana de Tierra Santa, que recibe el 65 % de lo recaudado; la Congregación para las Iglesias Orientales, que se beneficia del 35 % restante, y el Patriarcado Latino de Jerusalén, con el que colaboran ambas.
De los datos presentados por estas entidades se desprende que en 2019 en la colecta se recaudaron aproximadamente 17,8 millones de euros. Este dinero se invierte, sobre todo, en la atención a las comunidades cristianas locales, acciones sociales de diversos tipos y el cuidado de los santos lugares. Estos no solo «son el lugar material que conserva la memoria» de la revelación y la redención. Además, «la comunidad cristiana local encuentra [en ellos] los fundamentos de su propia identidad», sin olvidar que dan trabajo digno a muchos fieles.
Dentro de los proyectos sociales, las escuelas y otras iniciativas educativas «son fundamentales para conservar la identidad cristiana y para construir una convivencia fraterna. Especialmente con los musulmanes, según las indicaciones contenidas en la Declaración de Abu Dabi» sobre la fraternidad humana.
Otra prioridad es ofrecer vivienda y oportunidades laborales a los cristianos locales para tratar de solventar la discriminación a la que se encuentran sometidos. Tener una vida digna en su tierra es, para la Iglesia, la mejor forma de intentar evitar la emigración. En los últimos años, se han tenido que poner en marcha además proyectos para atender a los refugiados de Siria e Irak que se encuentran en Jordania y el Líbano.
650 becas y 318 casas
En 2019, la Congregación para las Iglesias Orientales recibió, entre su 35 % y un suplemento entregado por la Custodia, 7,4 millones de euros. De ellos, destinó 2,9 millones a la formación académica y espiritual de seminaristas y sacerdotes, 2,7 millones al funcionamiento de la Universidad de Belén y a ayudas a la educación y 1,7 a distintas ayudas sociales, incluidas las entregadas a los refugiados de Siria e Irak, tanto en el Líbano y Jordania como cuando regresan a sus países.
En el informe presentado para la campaña de este año no se desglosa el presupuesto de los proyectos llevados a cabo por la Custodia de Tierra Santa, aunque se concreta en mucho más detalle el contenido de los mismos. En el ámbito social, destacan la concesión de 650 becas universitarias, la construcción de un colegio nuevo en Caná y la ampliación del de Jericó y de dos en Jerusalén (uno de ellos para niños con discapacidad visual).
Dentro del ámbito de la vivienda, el año pasado se invirtió en distintas fases de la construcción de 318 nuevos apartamentos, la ampliación de otros tres edificios y la reforma de 72 viviendas y once edificios.
Suplir donde otras iglesias no llegan
Además, se «continuó e intensificó» la asistencia a población siria e iraquí en Siria, Jordania y el Líbano, por ejemplo con la acogida a 60 familias y apoyo educativo a 168 niños y jóvenes en el Líbano; además de la atención que se da a través de las parroquias franciscanas en Alepo, Damasco, Knayeh, Yakoubieh y Latakia.
Una novedad el año pasado fue el apoyo que se empezó a prestar a los proyectos de la Iglesia ortodoxa armenia. Por ejemplo, se completa el salario de los sacerdotes, se ofrecen paquetes de comida y atención sanitaria a sus familias y se han puesto en marcha varios centros de catequesis.
En el apartado de cuidado y conservación de los santos lugares se encuentran iniciativas relevantes. Entre ellas, la continuación (junto con otras iglesias cristianas) de la restauración de la basílica de la Natividad y la investigación y recuperación de los restos bizantinos y medievales del santuario de Betania.
Esta partida incluye además el cuidado, ampliación y reforma de las casas de acogida para peregrinos. Alojándose en ellas, se contribuye al sostenimiento de las comunidades locales. Así, el año pasado se reformaron los centros de Belén, Cafarnaún y Jerusalén. Como curiosidad, se renovó también un eremitorio en la basílica de Getsemaní.
«El lugar donde Cristo vivió su agonía»
Por último, el Patriarcado latino invirtió 4,5 millones de euros en proyectos pastorales, asistencia social y médica (incluidas medicinas), apoyo educativo, apoyo a refugiados, promoción del empleo en Gaza y apoyo específico a los cristianos de Jerusalén Este para que sigan viviendo en esas zona, que están entre las más conflictivas.
La misiva del cardenal Sandri pretende despertar la generosidad de los católicos para que, con sus aportaciones, sigan haciendo posible estas iniciativas. No es baladí que la colecta se lleve a cabo el Viernes Santo. «Cristo —explica— se identifica con la agonía y el sufrimiento de quienes en la historia parecen no conocer sino un interminable Viernes Santo: las personas afligidas por la soledad, la guerra y el hambre, por el rechazo y el abandono». Esta identificación no sería posible sin Tierra Santa, pues «es el lugar físico en el que Jesús ha vivido esta agonía y este sufrimiento transformándolos en acción redentora gracias a un amor infinito».