El cardenal Sandri lleva a Ucrania el consuelo del Papa
«He podido dar a los desplazados una palabra de consuelo y decirles que todos los católicos del mundo están cerca de ellos con la oración y de formas concretas. En todos los sitios donde hemos estado, he encontrado un gran reconocimiento hacia el Papa», ha afirmado el prefecto para la Congregación para las Iglesias Orientales
«La gente está harta de tener que sufrir las consecuencias de la guerra». Lo ha podido constatar el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, que el lunes terminó una visita de una semana a Ucrania. «La solución a los problemas no es la guerra. Los instrumentos que hacen falta para la paz no son las armas, sino el diálogo, la reconciliación, el saber comprender y conocer lo que piensan los otros, también los propios límites, y encontrar juntos una solución», ha afirmado en una entrevista a Radio Vaticana.
«Ucrania debería ser la vanguardia de la paz en la vida de Europa –añadió a la televisión greco-católica Zhyve– y sin embargo está sufriendo» un conflicto que ya ha dejado más de 10.000 víctimas mortales y dos millones de desplazados por los enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y los separatistas pro-rusos de las regiones de Donetsk y Lugansk.
Los dos primeros días de su visita, el cardenal Sandri estuvo en Kiev, donde visitó la Plaza Maidan y el Museo del Holodomor –el Genocidio ucraniano– y celebró la fiesta de San Pedro y San Pablo, que según el calendario juliano es el 12 de julio. Al día siguiente visitó Járkov, la segunda ciudad más grande del país, donde visitó un centro de Cáritas.
Encuentro con desplazados
Sus siguientes paradas fueron Kramatorsk y Sloviansk, ya en la provincia de Donetsk, una de las golpeadas por la guerra. Allí tuvo lugar uno de los encuentros centrales de su viaje, con personas desplazadas por la guerra. «Ha sido un momento de gran emoción –ha relatado el cardenal a Radio Vaticano–, en el que he podido darles una palabra de consuelo y decirles que todos los católicos del mundo están cerca de ellos no solo con la oración, sino de formas concretas, para ayudarles de salir de esta situación». En estos encuentros también le ha emocionado ver a personas de todas las edades que «a pesar de las dificultades siguen profundizando en su vida cristiana, dando un ejemplo de vida apostólica en una región con tantos problemas».
«En todos los lugares, iglesias, centros sociales y de caridad, donde hemos estado, he encontrado por parte de todos un reconocimiento hacia el Papa Francisco. No solo por la colecta europea extraordinaria» del año pasado y de la cual ya se han distribuido seis millones de euros, «sino también porque verdaderamente le siguen con mucha atención. Piense que en uno de estos encuentros con desplazados, una señora me ha dicho: “Seguimos al Papa Francisco, que dice que no hay que levantar muros sino construir puentes”».
A los pies de la Reina
La segunda parte del viaje del prefecto para las Iglesias Orientales ha sido la peregrinación nacional anual al santuario de Zarvanytsia, cuya Misa final presidió el domingo 16 de julio. Allí, el cardenal ha puesto todo el sufrimiento del que había sido testigo a los pies de la Madre de Dios y Reina de Ucrania. «La participación en la peregrinación –sobre todo por parte de los jóvenes, que pasaron toda la noche de vigilia– ha sido enorme. Para mí ha sido el final más hermoso para este viaje: haber estado a los pies de la Señora con toda la Iglesia greco-católica y haber puesto en sus manos el futuro, que esperamos que sea de paz y concordia».
El cardenal Sandri ha estado acompañado en todo momento de monseñor Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de Kiev-Galitzia y primado de la Iglesia greco-católica, y del nuncio Claudio Gugerotti. En todos los lugares que ha visitado ha sido recibido también por los obispos latinos. «En todas partes he encontrado una gran colaboración entre greco-católicos y latinos. Ha sido un gran consuelo que seguro que lo será también para el Santo Padre».
En Ucrania, además de dos iglesias católicas, hay tres ortodoxas: una dependiente del Patriarcado de Moscú, una del patriarcado de Kiev y otra autocéfala. En este sentido, el cardenal ha bromeado con que, en un país con tantas denominaciones y a veces tensiones entre ellas, la compañía constante del arzobispo mayor y del nuncio le han dado mucha seguridad.