El cardenal Osoro habla de la Almudena en Telemadrid: «Todos necesitamos una Madre»
Madrid recupera este martes la ofrenda floral a su patrona y la tradicional procesión
Madrid se prepara ya para vivir una de sus fiestas grandes, la de su patrona, Santa María la Real de la Almudena. Con este motivo, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, ha sido entrevistado este lunes, 8 de noviembre, en el programa Buenos Días de Telemadrid, donde ha destacado el papel de María como Madre. «La Virgen es singular porque alcanza los corazones –ha asegurado–. En el fondo de nuestro corazón todos necesitamos una Madre». En este punto, ha recordado su reciente visita a la diócesis de San Agustín, en Florida (Estados Unidos), donde coronó canónicamente a la Virgen de la Leche y pudo reconocer en todos ese «atractivo especial» que tiene la Madre.
Así lo ha vivido también en todas las diócesis en las que ha estado desde los inicios de su ministerio, porque «siempre la Madre es importante», y para todos, ha dicho, creyentes y no creyentes. El purpurado ha explicado que espera «con ganas» el 9 de noviembre en un año especial en el que la Virgen volverá a estar en la calle por primera vez desde que comenzó la pandemia. «Para todos los madrileños es un día entrañable». Adelantando algo de lo que predicará en su homilía, ha referido que la Madre siempre tiene algo que decir a sus hijos, «y lo más importante es que creemos familia, que no estemos peleados», y también que «busquemos salidas a los que más lo necesitan, que contagiemos ese amor que el Señor nos ha regalado».
A otra madre se ha referido igualmente el arzobispo, de nombre también María, que perdió a su hija en el atropello del pasado jueves a las puertas del colegio Montealto, y con la que el cardenal habló esa misma noche. Ese abrazo que le dio a la mujer causante del accidente en el que acababa de morir su hija «ha sido el gesto más bello, más impresionante que puede existir» en estos tiempos que vivimos. Es la reconciliación, ha dicho, el perdón, «el hacer ver que no hay culpa », en unos momentos de la historia en los que «no nos perdonamos nada». «A mí me hace descubrir –ha añadido– que la adhesión a Dios y a Jesucristo tiene consecuencias también en la convivencia humana». Consecuencias, ha incidido, de paz, «de sentirnos hermanos», «de descubrir que a los otros los construimos cuando de verdad los abrazamos con todas las consecuencias».
La labor social de la Iglesia
Este 9 de noviembre se recupera una de las tradiciones más populares y queridas por los madrileños para honrar a su patrona: la ofrenda floral solidaria, en la que se invita a llevar flores a la Virgen y alimentos no perecederos, que irán destinados a Cáritas y a la Comunidad de Sant’Egidio. Precisamente sobre la labor social de la Iglesia ha hablado también el cardenal Osoro en Telemadrid: con 11 millones de personas en situación de exclusión en España, ha subrayado que «los pobres siempre están con nosotros, el tema está en cómo nosotros estamos con los pobres». La Iglesia «nos anima a estar cerca de ellos», como hace Cáritas, cuya labor en Madrid «es impresionante». Si Madrid no tuviese la presencia de Cáritas en todas las parroquias, «sería una ciudad totalmente diferente».
También la Iglesia tiene la «obligación de acoger siempre y no desentendernos de la migración», ha subrayado. España ha sido migrante, algo que el arzobispo de Madrid ha vivido muy de cerca con esa segunda migración a Alemania de la que fue testigo siendo obispo de Orense. «Mucha gente se había ido», y «qué orgullo tenía uno cuando sentía que estaban atendidos, acogidos». La Iglesia es «maestra» en acogida con dignidad; «para los cristianos, son hermanos que vienen». Al hilo de esta atención pastoral que él siempre ha vivido –«yo me siento pastor»–, ha relatado cómo siendo obispo de Orense, al salir de un hospital durante una visita pastoral, conoció a una chica que se le acercó corriendo, «¡padresito!», para pedirle que la ayudara porque trabajaba en un club de alterne y le habían retenido el pasaporte. Él, «sin pensarlo, con la sotana», fue allá, entró, se hizo un «silencio sepulcral», insistió, «me tiraron el pasaporte de la chica», y la llevó a una casa de monjas. La joven pudo volver a su país y «ha rehecho toda su vida». «Un pastor tiene que estar donde la gente necesita».
Este es quizá el rasgo distintivo del pontificado del Papa Francisco, al que el arzobispo de Madrid se ha referido como un «Sucesor de Pedro extraordinario». Un hombre, ha puesto de manifiesto, «que sale al camino real donde están los hombres» y que se quiere acercar a ellos «en nombre de Jesucristo», diciendo que «la Iglesia es para la misión, para estar con los hombres, para acercarse a todas las situaciones donde esté el ser humano». «A veces los cristianos queremos estar en los cuarteles de invierno», pero el cristiano «tiene que estar donde está el ser humano». Porque hoy la sociedad «tiene deseos de beber de fuentes que nos ayuden a vivir las dimensiones más esenciales del ser humano». «Esto lo trae también la experiencia cristiana –ha concluido–, la fe no es secundaria, la adhesión a Dios da un horizonte y da una profundidad a la vida que genera siempre valores de convivencia».