El cardenal Cobo: «No miremos la vida desde la muerte, sino desde la eternidad que es Dios»
Ha presidido la conmemoración de los fieles difuntos en la catedral de la Almudena
Tras la visita ayer al Cementerio Sur en el Día de Todos los Santos, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha presidido este sábado, 2 de noviembre, conmemoración de los fieles difuntos, un responso y una Misa en la Catedral de la Almudena. Una celebración en la que también han participado el cardenal Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid, los obispos auxiliares de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino, Jesús Vidal y José Antonio Álvarez.
Un día, este 2 de noviembre, «de recuerdo, de memoria y de esperanza» según el cardenal José Cobo que, en su homilía, ha recordado las víctimas de la DANA que ha golpeado España y «todo el dolor que ha generado en tantas familias». «Hoy es un día de recuerdo: recordamos a los familiares de cada una de nuestras familias, son nuestras raíces. Recordamos también a los obispos de esta diócesis porque gracias a ellos esta diócesis está aquí y a todos los que han sembrado su servicio en esta vida diocesana […] también recordamos a los “sin memoria”, a aquellos que nadie recuerda, aquellos que no tienen familia, pero sí tienen una Iglesia que reza por ellos. Hoy es un día para recordar no solamente los nuestros, sino que somos un pueblo en marcha y que dependemos unos de la oración de los otros», ha remarcado el arzobispo de Madrid al principio de su homilía.
Hoy, en este Día de los Fieles Difuntos, la Iglesia «nos invita a mirar la vida no desde la muerte, sino desde la eternidad que es Dios en su amor. Ese es el regalo que nos ofrece»: «Eso nos coloca no en una actitud de tristeza o melancolía, sino que nos posibilita, con la historia de cada uno, a acoger una actitud de esperanza y de poder escuchar, algún día, aquellas palabras de Jesús, “venid benditos de mi Padre”».
En una sociedad que quiere que desplacemos la muerte a un lado, «Dios la incorpora a nuestra vida y, sin maquillajes, nos permite poderla afrontar sabiendo que morir se pasa, pero Dios no se pasa». Asimismo, en este 2 de noviembre, es un buen día para «cultivar la esperanza»: «¿Soy capaz de ir a lo esencial o nos distraemos con cosas superfluas? […] hoy es un buen día para preguntarnos en qué se nos va la vida».
Al acabar su homilía, el cardenal José Cobo ha reflexionado además sobre la oración, «un acto de fe en el Resucitado, de fe amorosa. La oración hace posible la cercanía y el milagro de transformar la melancolía en acogida de la vida en toda su grandeza». Y con la oración hecha vida y con la mirada puesta en Jesús, podemos mirar al futuro: «Un futuro que está acompañado de signos de Dios. Rezar y vivir la vida eterna es saber que Dios ya nos está diciendo, “venid a mí”, y nos lo dice a través de los que nos encontramos en los rincones la vida, a través de los que necesitan nuestra misericordia, a través de aquellos que van pidiendo la expresión del amor de Dios».
«Queridos amigos, con nuestros familiares difuntos, con nuestros obispos, con todas las víctimas y los olvidados, escuchemos como Jesús hoy en la Eucaristía nos dice a cada uno, “venid benditos de mi Padre”, y con la oración afrontaremos nuestra vida […] Que nuestra oración sea un acto de fe y que nuestra Eucaristía sea de nuevo una posibilidad de unir los que están en el Cielo con la Tierra».