El cardenal Cobo invita «a mirar hoy nuestra realidad» con los ojos de san Isidro

El cardenal Cobo invita «a mirar hoy nuestra realidad» con los ojos de san Isidro

En las Eucaristías con motivo de las fiestas patronales, Cobo ha explicado que san Isidro «nos enseña a mirar a Dios y a ser cristiano en medio de nuestra ciudad»

Infomadrid
José Cobo durante la Eucaristía solemne en honor a san Isidro en la Real Colegiata de Madrid
José Cobo durante la Eucaristía solemne en honor a san Isidro en la Real Colegiata de Madrid. Foto: Archimadrid / Josele Martín.

La ciudad de Madrid ha vivido este miércoles, 15 de mayo, sus fiestas patronales en honor a san Isidro, un «vecino, cristiano, pocero, que hace del trabajo en la tierra, del vivir en Madrid, un lugar de oración y entrega cotidiana a Dios». Así lo aseguró el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la Misa celebrada en la colegiata de San Isidro. La santidad del patrón de Madrid, ha expresado Cobo, estuvo precisamente en «dejar hacer a Dios», y a esto llamó a todos los fieles; también a «dejar que entre en nuestras vidas».

Además, junto a su esposa, santa María de la Cabeza, y su hijo Illán, «hace de su vida laical un lugar de santidad». Él supo «hacer vida el seguimiento de Jesús en lo concreto», en la vida diaria; encontró cómo ser discípulo de Cristo en lo cotidiano, «en el compromiso con su familia y en el cuidado de sus hijos», pero también en la creación, «relacionándose con la agricultura, con los pájaros del campo, con la lluvia y todo lo que vive desde Dios, sintiéndose criatura en sintonía con la creación». El patrón de Madrid, asimismo, «toca a Cristo comprometiéndose con los más pobres de su Madrid» hasta «aprender a ser pobre con ellos». Siempre encontró a ese Cristo en su Iglesia, esa «que le hace ser cuanto es».

Por eso, el Evangelio que se ha proclamado, en el que Jesucristo propone la imagen de la vid y los sarmientos, «es muy oportuno para mirar hoy a nuestro mundo, a nuestra Iglesia y a nuestra realidad con los ojos del labrador Isidro», ha expresado el arzobispo. Son estos, ha dicho, unos «tiempos turbulentos» porque «nos hemos convertido en sarmientos separados de la vid hasta quedar reducidos a leña que solo sirve para alimentar hogueras». Ante esto, todos «y ciertamente la Iglesia» necesita tener un tronco común, que «es Dios, ese que Isidro sencillamente descubre, vive y hoy presenta». Cobo ha invitado así a poner a Dios en centro, dejando que su Palabra, su pan y su vida alimente, configure y «sea fuente de nuestra vida». Y, en esto, Isidro, «trabajador, padre y esposo, vecino y miembro de la Iglesia de Madrid, hombre de Dios, pendiente de los otros, nos ilumina y dice que es posible».

Junto al cardenal Cobo, han participado en la celebración, entre otros, los obispos auxiliares de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino y Jesús Vidal; el cardenal Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid, y el nuncio del Santo Padre en España, Bernardito Auza. Con numerosos madrileños ataviados con el traje típico, el templo —colmado de fieles—, ha acogido esta celebración a la que también han acudido autoridades políticas, civiles y militares, como el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín Aguirre; el consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel García Martín; el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez Almeida, así como ediles de otros municipios madrileños.

Peticiones de los vecinos

A la colegiata han acudido cientos de madrileños, como la pequeña Sara, de 10 años, vestida de chulapa junto a su madre, que le va a pedir al santo, ella que toca el violín, «que se me dé bien el conservatorio de música». O Antonia, 50 años ya vividos en Madrid, que ha acudido expresamente porque tiene una hija que vive en Tarragona y «no cae ni gota de agua. A ver si san Isidro me echa un poquito de agua para mi hija», implora. Rosa tiene claro que si el campo mejora y «hay buenas cosechas, toda irá bien para todos».

También ha acudido sor Visitación, de las Siervas de María, que supera los 80 pero no se pierde la visita al santo agricultor, tan en su corazón porque ella, que nació en el País Vasco («de Vitoria», y le sale el acento), es hija de labradores. Pero en Madrid «dejaré mis restos», y a esta colegiata acude siempre que puede. Hoy su petición al santo es «la paz para Madrid, la unión y sobre todo la fe». Una fe del santo en la que se fija Cristina, que no pensaba venir pero que esta mañana ha sentido un impulso. «San Isidro siempre me ha gustado porque es un santo muy amante de Jesucristo y confiado en Él». Así, le pide «que nos convirtamos a Jesucristo, que es el que nos hace felices».

En la colegiata también han estado presente un grupo de congregantes de la Hermandad de San Isidro de La Orotava (Tenerife), vestidos con sus trajes regionales. Encargados de ofrecerle al santo frutos de la tierra (entre ellos un gran papa con un Viva San Isidro), cuentan que no faltan nunca y que siempre «le pedimos salud, por nuestras familias y que podamos volver cada año a Madrid». Este 2024, además, están de enhorabuena porque el santo labrador es desde ya, reconocido por el Vaticano, patrón oficial de su pueblo, aunque «ya lo era de corazón».

Misa de campaña en la Pradera

Numerosos han sido asimismo los fieles que ha participado a mediodía en la Eucaristía que ha celebrado el arzobispo en el lugar donde, como ha dicho justo al comienzo de su homilía, «todo nos habla de san Isidro Labrador. Desde estas praderas también él veía alzarse la creciente villa de Madrid, la ribera del Manzanares y los extensos campos de Carabanchel. No muy lejos de este lugar trabajaba y labraba estas tierras». Un lugar, el de la Pradera, donde además San Isidro consiguió que manara el agua que tanto se necesitaba en aquel tiempo en la ciudad. Aunque, como ha subrayado el cardenal, su «gran milagro fue el de la santidad. Supo creer profundamente que es posible vivir a Dios, ser creyente y construir la Iglesia en la vida diaria».

Ante miles de fieles, el arzobispo de Madrid ha reflexionado sobre la Palabra de Dios que se acababa de leer: «Estamos llamados a dar fruto, pero frutos que perduren y que todos, en el fondo, buscamos dar. Isidro nos enseña a renovar nuestro ser cristiano en medio de nuestra ciudad».

El cardenal ha invitado a todos los fieles presentes a «descubrir la mirada que Isidro acoge de Dios, su fe y su oración. Él, por medio del don de su Bautismo pone en Dios el centro de su vida». Y esta mirada le ayuda luego a afrontar su trabajo, su vida familia y su forma de ser un buen vecino y un cristiano y de acoger lo que trae la vida: «Dios no es para un rato o para un momento. Es la sabia que ilumina cada aspecto y rincón de su vida. Dios da fruto en la vida, tanto en lo privado como en nuestra presencia pública en la ciudad».

Aterrizando en el Madrid «de hoy», el cardenal ha enfatizado que el santo nos ayuda a ser vecinos cristianos que «acogen, cuidan y están atentos a lo que sucede. Necesitamos cuidar como creyentes a nuestros vecinos y decirles que Dios es bueno y que la vida merece la pena ser vivida desde este Dios que nos pone personas buenas en la vida».

El empeño de san Isidro por ayudar a sus vecinos y ese ejercicio concreto de la caridad a lo largo de toda su vida nos puede enseñar muchas cosas: «La sociedad de Madrid de hoy dista mucho del Madrid del tiempo de san Isidro, pero, en lo esencial, los grandes desafíos de entonces y de hoy siguen siendo los mismos».

Precariedad, salud, educación, vivienda, soledad… ante las emergencias de hoy, el arzobispo de Madrid ha subrayado que «tenemos las mismas llaves que tenía el santo. Celebrarlo hoy nos debe llevar a todos, año tras año, a, desde Dios, no cerrar los ojos ante las diversas formas de pobreza que sufren muchos conciudadanos nuestros».

Por esta razón, el cardenal José Cobo ha pedido que el testimonio del santo, incansable trabajador, «no deje que miremos a otro lado ante la precariedad laboral de no pocos madrileños, o ante la falta de acceso a la vivienda de tantos jóvenes y de tantas familias». Segundo, que el santo, que sacó de un pozo a su propio hijo cuando era un niño, «no permita que miremos a otro lado ante tantos niños de Madrid con escasa o inadecuada alimentación».

Tercero, que no seamos «insensibles ante la soledad de tantos niños, adolescentes, jóvenes y ancianos, y encontremos espacios para escucharlos y atenderlos». Y, por último, que el testimonio de san Isidro, «nos ayude a afrontar la situación de miles de emigrantes necesitados de acogida, atención e inserción social y no pocas veces víctimas del racismo y de la xenofobia en una ciudad que los necesita».

«Madrid os necesita, la Iglesia cuenta con vosotros para hacer que Dios siga iluminando nuestras vidas. Aprendamos de él a tener fe y a confiar plenamente en Dios que nos ama sin medida. A tener esperanza, porque, por muy oscuras que sean las noches, todas las mañanas sale el sol e inunda de claridad esta ciudad, que en todo el mundo es conocida por la intensa luz con la que la acarician sus cielos. Y a tener caridad, a querernos unos a otros como hermanos, porque también Madrid es conocida en todo el mundo como la ciudad de la acogida y de la hospitalidad, de la sociabilidad y de la fraternidad».