El belén franciscano se engalana este año para favorecer la purificación
Hasta el 2 de febrero la Santa Sede concede la indulgencia plenaria a quienes recen frente al belén, con motivo del 800 aniversario del nacimiento de Greccio
El Niño Jesús no está colocado en el pesebre; aún no ha nacido y por eso hasta la Nochebuena, cuando se bendiga en la Misa de gallo, no descansará en él. Pero en el nacimiento de San Francisco el Grande, en Madrid, ya todos están dispuestos para recibirlo: los pastores, la lavandera, el herrero, el panadero… También las manolitas, una talla de dos mujeres a las que en la basílica le tienen un cariño singular. Este año, el montaje estrena algunas piezas, entre ellas la gruta de la Natividad en recuerdo a aquella de Greccio donde san Francisco de Asís inauguró el belén hace ahora 800 años. Fernando Rollán, de la orden franciscana seglar, es el artífice del belén de la basílica madrileña, en estilo castellano medieval, con figuras que en algunos casos alcanzan el siglo y estructurado como un recorrido cronológico. Se empieza con la escena de la Anunciación en un camino hacia Belén que pasa por la Visitación, escena que a Rollán le gusta especialmente por una zona de juegos para niños, que también es de nueva construcción este año. Después llega el castillo de Herodes, las distintas casas en recuerdo de variados oficios… Los Magos de Oriente avanzan cruzando el río, que baja en cascada desde las montañas, y pasan por Jerusalén, rodeado de murallas que ya tienen algunas puertas habilitadas, aunque la idea del belenista es completar hasta siete. Atrás se ha quedado la cueva de los pastores, frente al lavadero, inspirado en el de la localidad de Aracena, en Huelva. Y «otra cosa que no suele faltar en mi belén es un gato, por aquello de que estamos en Madrid», se sonríe. Hay uno, de hecho, en el interior de la posada, encima de la mesa.
Francisco adorador
En la gruta, ante el misterio, sí está situado ya san Francisco. En todos los belenes franciscanos, tradicionalmente, se coloca esta imagen en actitud de adoración al Niño. Se suele acompañar de un cordero o un lobo para subrayar esa dimensión pacificadora al santo. Lo de Greccio, explica fray Julio Herranz, guardián de la basílica de San Pedro de Alcántara, en Arenas de San Pedro (Ávila), no fue una anécdota. Fue la respuesta de san Francisco a una opción de vida, «un Francisco enamorado de la pobreza y humildad de Jesucristo, que se revela en la cruz, pero de manera extraordinaria en Belén». Así, quiso revivir lo que pasó aquella noche santa «pero no desde el sentimentalismo». Cuenta que cuando fue a coger al bebé que había en el pesebre —fue un belén viviente con Eucaristía y predicación lo que el santo celebró—, este se despertó, como si se despertara así «ese Niño que está dormido en infinidad de corazones». Por eso, la figura del santo de Asís se pone ante la cunita, como lo está ya en el belén de la parroquia San Pedro Bautista de Alcorcón, de la diócesis de Getafe, o en otros muchos montajes de iglesias franciscanas en toda España.
La del paseo Zorrilla de Valladolid, por ejemplo, ha instalado un montaje con 200 figuras con movimiento propio. La diócesis de Guadix, por su parte, acaba de inaugurar la exposición de belenes Francisco y la humanidad de Cristo en la iglesia de San Torcuato (Hospital Real de la Caridad). Igualmente se puede apreciar la Natividad en el convento de capuchinos de Sevilla, sede de la Hermandad Divina Pastora de Capuchinos. El belén está presidido por la talla de la Virgen junto al Pastorcito Divino y San José. Para los que recen ante ellos, y ante todos los belenes instalados en iglesias franciscanas del mundo, la Santa Sede ha concedido la indulgencia plenaria hasta el 2 de febrero.
En el santuario de San Pedro de Alcántara, en Ávila, los frailes menores han inaugurado ya su tradicional exposición de belenes. No pueden mostrar toda la colección, compuesta por más de 500, pero sí la mitad de los 150 que conforman la muestra de este año; la otra mitad son de las clarisas de Ávila. Se trata de una antología de los mejores nacimientos tanto por su valor artístico como religioso, en la que participan más de 60 personas o entidades. En ella se pueden ver piezas de Montserrat Ribes y José Luis Mayo, españoles, pero también artesanía mexicana de Tonalá, obras de cristal de Murano o de Bohemia, y otras al más puro estilo napolitano. Todos han sido donados; por eso, detrás de cada belén hay una historia. Como la esposa de un belenista fallecido hace un mes, que ha regalado su belén y en él ha incorporado la medalla de su marido como uno de los presentes de un Rey Mago y su alianza dentro de un cofre. También hay quienes los prestan: un vecino de Arenas compró recientemente uno en Córdoba, de estilo contemporáneo con figuras de resina proyectadas en 3D, y lo ha cedido para esta ocasión. 150 maneras de ganar la indulgencia plenaria sin salir del convento.