El belén de 22 metros cuadrados de Conchita
Conchita tiene en el salón de su casa un belén de 22 metros cuadrados. Lleva un montaje de 18 días y doce horas cada jornada. Ante tal gesta, solo puede abrir las puertas de su casa a todo el que quiera ir a visitarlo. «Yo necesito que en Navidad haya un testimonio claro de su significado», asegura
A sus 70 años, Conchita ha convertido su casa en un verdadero punto de encuentro. Estos días recibe la visita de decenas de personas que van a contemplar el impresionante nacimiento que preside su salón. Un nacimiento que ha tardado en levantar 18 días este año. En Conchita y en su casa se encarna esa Iglesia de puertas abiertas por la que tanto aboga el Papa Francisco.
Todo comenzó hace 38 años: «Empecé como todo el mundo, comprando el misterio, y luego cada año iba comprando más. Fui haciendo una colección de figuras hasta hoy, que tengo 178».
Se trata de un nacimiento «con el que disfruto muchísimo al ponerlo, porque lo más importante es compartirlo. Entiendo que en mi entorno, que es cristiano, muchas veces se comenta que no podemos dejar de poner en Navidad el nacimiento. Es un testimonio muy importante sobre todo para los hijos, los nietos y las nuevas generaciones».
Conchita reconoce que «el mundo se está descristianizando y esto se está perdiendo». Pero, «yo necesito que en Navidad haya un testimonio claro de su significado y del amor a esta historia».
Por eso, desde que terminó de construir el impresionante nacimiento, hace tan solo una semana, ya han pasado por su casa 76 personas y tiene una lista de espera que supera las 200… y eso que todavía, como dice ella misma, no es Navidad. «Todo el mundo que viene puede traer a sus familiares y amigos. Nunca lo he llevado a ningún certamen y tampoco ha venido la Asociación de Belenistas. Siempre he hecho este belén con la idea de que no tiene por qué ganar ningún premio. Para mí el premio es que venga la gente, se sienta bien, se encuentren a gusto».
Al ponerlo en noviembre, «muchos después de venir a verlo se van a casa pensando en que lo tienen que poner el suyo ya». «Yo haría mal –añade Conchita– si no lo compartiera o enseñara».
El nacimiento preside el salón del hogar de esta mujer. Tiene una base de 22 metros cuadrados. «Hace 38 años empecé por uno». Las figuras están elaboradas por un prestigioso imaginero, motivo también por el que continuó adquiriéndolas hasta llegar a lo que es hoy.
«Tiene los cinco misterios gozosos perfectamente definidos. Hay gente que trae a niños pequeños y a otros que se están preparando para la Primera Comunión, porque tiene mucho de catequético».
El montaje, como se puede intuir, no es sencillo. Este año Conchita ha tardado 18 días en hacerlo trabajando una media de doce horas al día. «Empiezo de atrás hacia adelante. Voy montando escenas, poniendo tableros y pensando más o menos cómo será el diseño, aunque luego sale como sale. Juego con el espacio por lo que hago un estudio, y tengo en la cabeza todas las figuras y lo que ocupa cada una».
«La gente no se cree que sea capaz de montar algo tan grande y que en una casa haya un nacimiento de estas dimensiones», asegura. ¿Y cuando no pueda continuar montándolo? «Lo quiero donar, pero no a cualquiera. Esta Navidad vendrán a verlo unas monjas que quizás se podrían hacer cargo de él en los próximos años. Este año he podido ponerlo con 70 años, pero el que viene no lo sé. Así que me gustaría poder dejarle un heredero».
Conchita lamenta que cada vez se ponga menos el belén y que la tradición se vaya perdiendo. «Me he dado cuenta de que en la mayoría de los casos no lo ponen por pereza, muchas familias acaban con un nacimiento compuesto solo por algunas figuras y dedicándole 15 minutos. Creo que hay que currárselo mucho más. Hay que hacerlo con mucho cariño y paciencia».
El belén de Conchita recibirá una Navidad más toda la atención que se merece hasta la Candelaria (2 de febrero), fecha en la que comenzará a recogerlo de nuevo. Este año sin saber si lo pondrá en la Navidad de 2020, o ya lo habrá donado. Eso sí, en el caso de que vuelva a presidir su salón tiene claro que, un año más, abrirá las puertas de su casa para que todos puedan disfrutar de él.