El arzobispo de Barcelona pide a los fieles que recen para que llueva
Monseñor Omella ha escrito una carta a todos los miembros de su diócesis para «que os hagáis eco de la preocupación por la sequía»
Hace 90 días que no llueve en Cataluña. Esta es «una de las grandes preocupaciones, no sólo de los que viven en el mundo rural sino también en las ciudades, y no sólo en estas tierras de Cataluña sino también en el resto de España». Por esta razón el arzobispo de Barcelona ha enviado una carta a su diócesis en la que «os pido que hagáis preces, diariamente, en la Eucaristía, para pedir la lluvia».
A modo de sugerencia, el nuevo prelado catalán propone que en la oración de los fieles de la Eucaristía, en la oración de vísperas de la liturgia de las horas y en la oración personal, se pida «por la lluvia que ha de traer el agua que nuestra sociedad necesita. Que Dios, providente y bueno, nos la conceda como una bendición que baje del cielo hasta nosotros».
En la misiva, en la que monseñor Omella recuerda el pasaje evangélico del profeta Elías, pide «a todas las comunidades de la archidiócesis que os hagáis eco de la preocupación por la sequía».
«Ojalá que nuestra oración sincera, confiada y perseverante pueda alcanzar la tan deseada agua para los campos, pueblos y ciudades. Ojalá que de la necesidad de esta agua de lluvia seamos capaces de pasar a desear, acoger, el agua viva del Espíritu que Dios concede siempre sin medida», concluye el prelado.
A los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, laicos y laicas, miembros de los consejos pastorales parroquiales y arciprestales, escuelas cristianas, maestros y profesores de religión, dirigentes de movimientos, asociaciones y otras entidades diocesanas
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Una de las grandes preocupaciones, no sólo de los que viven en el mundo rural sino también en las ciudades, y no sólo en estas tierras de Cataluña sino también en el resto de España, es la falta de lluvia, la gran sequía que padecemos.
No quisiera dejar pasar más tiempo sin hacerme eco de esta preocupación. Quiero hacer realidad, una vez más, lo que proclama el Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual: «El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo, esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón». (GS 1)
Os pido a todas las comunidades de la archidiócesis que os hagáis eco de la preocupación por la sequía. Apoyándonos en las palabras de Jesús, «lo que pidáis al Padre en mi nombre yo os lo concederé» (Jn 14, 13), y en el ejemplo del profeta Elías, tal como lo recoge el apóstol Santiago en su carta: «Elías era un hombre de igual condición que nosotros; oró insistentemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto» (St 5, 17-18), os pido que hagáis preces, diariamente, en la Eucaristía, para pedir la lluvia; incluso podríais organizar rogativas con la misma intención (*). Sólo el Señor es capaz de cambiar el devenir de las cosas. Él quiere contar, ciertamente, con nuestra ayuda pero, muchas veces, nuestra ayuda no puede ser otra que pedir insistentemente, como la viuda inoportuna del Evangelio.
Ojalá que nuestra oración sincera, confiada y perseverante pueda alcanzar la tan deseada agua para los campos, pueblos y ciudades. Ojalá que de la necesidad de esta agua de lluvia seamos capaces de pasar a desear, acoger, el agua viva del Espíritu que Dios concede siempre sin medida.
Con mi afecto y bendición,
† Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
(*) En la oración de los fieles de la Eucaristía, en la oración de vísperas de la liturgia de las horas, y también en la oración personal, se sugiere el siguiente texto:
Por la lluvia que ha de traer el agua que nuestra sociedad necesita: que Dios,
providente y bueno, nos la conceda como una bendición que baje del cielo hasta nosotros.