El Arzobispado de Barcelona lamenta la irreverencia del cartel de las fiestas de la Merced
«En este cartel de fiesta mayor se vulneran los sentimientos de quienes veneran y respetan lo que significa la patrona de esta noble ciudad y su historia construida en torno a ella», aseguran
El Arzobispado de Barcelona ha lamentado que el cartel oficial de la próxima edición de la fiesta de la Virgen de la Merced, la fiesta mayor de la ciudad, «utilice de manera irreverente diferentes formas religiosas con la intención de ridiculizar la imagen de la Virgen».
Asimismo, ha expresado su «sorpresa» por el hecho de que «cada año el cartel introduzca el uso de elementos religiosos; «este año ha sido la referencia a un retablo y a una corona que alude a la Virgen», ha especificado el Arzobispado, al mismo tiempo que dice aceptar «que el Ayuntamiento quiera dar un tono exclusivamente laica a la fiesta mayor».
El comunicado advierte también que «en democracia deben respetarse los sentimientos del prójimo», una cuestión de plena actualidad tras el reciente anuncio realizado por el Gobierno de eliminar el delito de ofensas a los sentimientos religiosos.
A pesar de ello, «en este cartel de fiesta mayor se vulneran los sentimientos de quienes veneran y respetan lo que significa la patrona de esta noble ciudad y su historia construida en torno a ella».
Finalmente, el Arzobispado ha expresado su confianza en que este año la Misa pontifical sea incluida dentro del programa oficial de la fiesta, un extremo que el alcalde de la ciudad ha rechazado de nuevo. La Eucaristía desapareció del programa oficial de las fiestas por primera vez en 2015 por decisión de la entonces alcaldesa Ada Colau, que justificó la exclusión en respeto a la «aconfesionalidad de las instituciones».
La nota concluye recordando el origen religioso de la fiesta en honor a la Virgen de la Merced. «Esta fiesta y la historia de la Orden de la Merced nacieron en nuestra ciudad, el 10 de agosto del año 1218, en un acto celebrado en la catedral, que contó con el apoyo del rey Jaime I y del obispo Berenguer de Palou». Aquel acto y la continuidad de la obra que de él nació «siguen siendo hoy un ejemplo de la fecundidad de la piedad mariana en favor de nuestro pueblo, y en especial de sus sectores más vulnerables y más pobres».