El año de Hakuna: «Que Dios se lo pase bien»
Dejarse llevar por las manos de Dios es, a menudo, el mejor camino para sentirse a salvo. Jacobo Vázquez le descubrió en Hakuna: una asociación que ayuda al crecimiento de la vocación cristiana como vida en el Espíritu, y al estilo de Cristo. «A mí me gusta mucho decir que Hakuna me ha hecho conocer a Dios. Yo antes pensaba que sabía quién era, y en Hakuna me di cuenta, realmente, de que fue donde le conocí».
Con el deseo de fomentar esta nueva vida desde la Eucaristía, cuidando los sagrarios, promoviendo adoraciones y horas santas, este sábado, 21 de diciembre, la asociación privada de fieles celebrará una Misa de acción de gracias por el año que finaliza. Presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, comenzará a las 14:00 horas en la catedral de Santa María la Real de la Almudena.
En esta ceremonia, decenas de integrantes de Hakuna se convertirán en «pringados». Para la asociación, esta figura es una persona que se compromete a cuidar el regalo de Dios –que es Hakuna– y a vivir acorde a las enseñanzas de Cristo. Y, entre ellos, estará Jacobo, coordinador de las ciudades que quieran comenzar con Hakuna y de aquellas de fuera de España donde la asociación ya ha plantado su tienda.
¿Dónde brota la raíz de Hakuna?
Todo comenzó en 2013, gracias al padre José Pedro Manglano y a un grupo de universitarios, quienes se fueron a la JMJ de Río de Janeiro, a acompañar al Papa y a hacer voluntariado. Allí se juntó un grupo para cantar en las Misas. Aquellos jóvenes, enseguida se dieron cuenta de que las canciones llegaban, por lo que comenzaron a componer canciones suyas para animar las Misas, las oraciones y demás. Durante el invierno, al regresar, nos volvíamos a juntar para hacer charlas y rezar juntos. Y así, año tras año, hemos ido yendo a diferentes ciudades y países.
¿Cuál es el pilar fundamental de vuestros encuentros?
Hakuna tiene como pilar fundamental las horas santas. Y, en torno a eso, se genera la vida. Y de ahí surgen voluntariados, viajes en verano, retiros, etc. Pero hay que recalcar que todo surgió de unos universitarios comprometidos. Ellos eran los que lo llevaban. Y, de ahí, nació todo lo demás.
¿Cuántos jóvenes forman Hakuna?
Nosotros siempre decimos que no hacemos cuentas porque, al final, el número es lo de menos. Es una pregunta relativa porque como no hay que apuntarse a ningún sitio para venir con nosotros, en qué punto se considera a alguien de Hakuna o no… Por dar alguna cifra, ahora mismo estamos en 26 ciudades de España y en cinco países. También depende de cada sitio. En Madrid, a lo mejor, en la hora santa de profesionales nos podemos juntar 400 personas cada lunes, en la de universitarios parecido… Alguna vez se ha escuchado que somos unos 5.000 jóvenes cada semana, pero es difícil calcularlo.
¿Cuál es el balance general que haces este año?
Nosotros nunca programamos nada. No tenemos un esquema pensado para seguirlo, sino que vamos viviendo y, mientras tanto, la vida va por delante. Ya después, a toro pasado, lo vemos y lo analizamos, porque se nos escapa de las manos. Todo para nosotros es una sorpresa y se trata de ir dejándonos admirar por las cosas que nos pasan… Pero el balance general, por supuesto, es positivo.
Por tanto, una persona de Hakuna se hace como y cuando quiere…
Así es. También hay algunas personas que entienden que su manera de llegar a Dios es en Hakuna, y quieren hacer un compromiso personal de seguir a Dios con este estilo de vida; entonces, esas personas pasan a ser miembros. Pero no quiere decir que tú, para ser de Hakuna, tengas que hacer este compromiso… No. Tú eres de Hakuna en cuanto quieras, a través de un viaje, una oración o lo que necesites para tu vida.
Desde el punto de vista más personal, ¿qué aporta Hakuna?
A mí me gusta decir que Hakuna me ha hecho conocer a Dios. Yo antes pensaba que sabía quién era y en Hakuna me di cuenta de que, realmente, fue aquí donde le conocí. Y, sobre todo, me deja muy tranquilo porque acaba con la visión que yo tenía de que ser cristiano era ir en contra del mundo y vivir ciertas leyes morales que no estaba del todo cómodo con ellas, pero que tenía que aguantar porque después merecía la pena… Y no, con Hakuna he descubierto una frase que me gusta: «Si quieres ser feliz en el cielo, tienes que ser feliz en la tierra». Y aquí veo que soy feliz, y siento que es la manera de seguir siéndolo después en el cielo…
Un elemento esencial en Hakuna es la música. ¿Cómo puede cambiar la música el corazón de quien os escucha?
Hemos visto que la música es una manera de llegar muy rápido a mucha gente. Entonces, la música no la pensamos para tocar la fibra sensible y emocionar a los corazones, sino que cantamos lo que vivimos. Y vivimos lo que cantamos. Las canciones van saliendo a raíz de viajes, retiros, experiencias… A mí lo que más me gusta de la música es que es muy verdad, las canciones son muy reales, y transmiten lo que vivimos. Y cuando algo es bello, es lo que le llega a la gente.
¿En qué consiste el encuentro que tenéis este fin de semana con el cardenal Osoro?
Es una Misa de acción de gracias que hacemos por las cosas que nos da Dios y por el regalo que nos ha dado. Algunas personas que se quieren hacer miembros de la asociación, se comprometen –de manera oficial– en esta Eucaristía. Después tendremos también un concierto.
¿Y qué esperas de esta gran fiesta?
Esperamos que Dios se lo pase muy bien. Venimos a darle gracias por todo lo que nos ha dado y nos sigue dando cada año. Al final, nos unimos todos (que eso siempre hace muchísima ilusión). Y yo, personalmente, no espero nada más que nosotros disfrutemos y Dios disfrute viéndonos felices.