El amor que disipa el miedo - Alfa y Omega

El amor que disipa el miedo

La Delegación de Cultura del Arzobispado de Madrid se prepara para la Beatificación del Año de la fe con un Ciclo de cine y encuentros con mártires del siglo XX. Desde el lunes, el Auditorio de la iglesia de Santo Domingo el Real, de Madrid, es el lugar de proyección de diversas películas sobre persecución religiosa, y de encuentros con testigos vivos de dicha persecución en España, China e Irak

Cristina Sánchez Aguilar
Fotograma de la película ‘Un Dios prohibido’.

En la antesala de la gran beatificación del Año de la fe de este domingo, la Delegación de Cultura del Arzobispado de Madrid ha querido preparar a los fieles, durante toda la semana, con el Ciclo de cine y encuentros con mártires del siglo XX. Desde el lunes, el madrileño auditorio de la iglesia de Santo Domingo el Real ha acogido varios encuentros con testigos vivos de la persecución religiosa a causa de la fe. El primer día, los mártires de la persecución de 1936 en España fueron los protagonistas del encuentro con el sacerdote don Jorge López Teulón, experto en la materia, quien hizo hincapié en la importancia del perdón en las Causas de beatificación: «En el martirio, quien muere, muere por su fe, y muere perdonando. Y quien mata, mata por la fe».

Además, al ser un encuentro enmarcado en el cine, don Jorge se refirió a la escasez de películas españolas «que traten bien el tema de la persecución religiosa en nuestro país». Hasta que llegó Un Dios prohibido, estrenada el pasado mes de junio, y que narra el martirio de 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro, «hasta entonces, sólo he conocido una película, de los años 50, que se titula Cerca del cielo y presenta el martirio del obispo de Teruel, el agustino Anselmo Polanco, beatificado en 1999», reconoció Teulón. A Un Dios prohibido, a partir del mes que viene, se sumará Bajo un manto de estrellas, del director Óscar Parra, que narra el martirio de los frailes dominicos durante la Guerra Civil y cuyo tráiler se espera, en primicia, para la beatificación de Tarragona.

De España…, a China

También la persecución por la fe en China ha estado presente durante la semana. Ayer, el seminarista chino Santiago —nombre ficticio— explicó cómo se vive la fe cristiana en la clandestinidad. «Los cristianos son humillados por el nombre de Cristo en China», señaló; «no tenemos la libertad de vivir la fe», pero «es lo más grande que hemos recibido».

El joven explicó cómo «muchos sacerdotes han sido encerrados, maltratados y han sufrido torturas» por ser fieles al Papa. Incluso el obispo de su diócesis estuvo 20 años en la cárcel, y actualmente se encuentra bajo arresto domiciliario. Los laicos también son perseguidos por dejar sus casas para el culto, ya que no hay templos. «Pero esto no les impide vivir la fe. Se reúnen en casas para celebrar Misa y rezar. Y están alegres, porque el Señor les da la fuerza para vivir su fe con alegría», relató el seminarista.

Otra de las grandes luchas de los católicos en China es la política del hijo único. Los cristianos tienen más hijos. Santiago, por ejemplo, tiene cuatro hermanos más, pero sus padres no pudieron vivir con ellos durante años, para que el Gobierno los considerase huérfanos.

Y del Islam, al cristianismo

El ciclo también contará, mañana viernes, con el testimonio de Joseph Fadelle, quien hablará sobre su conversión del Islam al cristianismo. Fadelle, que nació en Irak con el nombre de Mohammed, era un hombre de gran posición social y poder, miembro de una familia Moussaoui —descendiente directa de la familia de Mahoma—. Pero un encuentro obligado con un cristiano, Massoud, con el que compartía habitación durante el servicio al ejército iraquí en Basora, hizo que se encontrase con el amor de Dios a través del Evangelio.

Éste fue el comienzo de su conversión, marcada por sobrevivir frente a su propia familia —que quiso asesinarle—, a la cárcel, a la tortura, y también a las puertas cerradas de los propios cristianos iraquíes, que por miedo no se atrevían a ayudarle, ya que se había lanzado contra él una fatwa de pena de muerte. Pero «yo ya había conocido el amor de Cristo, y eso estaba por encima del miedo», contó Fadelle en una entrevista a este semanario. «Además, una vez bautizado, comulgaba a menudo, y eso me daba fuerzas para continuar», añadió.

Gracias a la presencia de algunos ángeles, como un sacerdote que le ayudó a escapar a Jordania, y una religiosa, que consiguió que llegase a Francia, Fadelle hoy vive en el país galo con su mujer —también conversa— y sus dos hijos.

«Ahora soy más humilde. Pasé de ser jefe a ser servidor, y, en lo pequeño, soy inmensamente feliz porque vivo con Cristo y en Cristo», afirmó el iraquí, que, actualmente, se dedica a dar a conocer su historia por Europa, y a hablar de la situación que se vive en los países islámicos.

Y en el cine…

Además, se proyectaron tres películas para mostrar «la belleza de una fe vivida en cualquier circunstancia, incluso en peligro de muerte», como explican desde la Delegación de Cultura del Arzobispado de Madrid. Una fue De dioses y hombres, en la que se narra el martirio de los monjes cistercienses de la localidad argelina de Tibhirine. Otra, el documental Dios en China, que presenta la persecución en este país asiático; y Un Dios prohibido, la historia sobre el martirio de 51 miembros de la Comunidad Claretiana de Barbastro.