«El Adviento es un tiempo para liberarnos de creernos autosuficientes»
El Papa ha presidido el rezo del ángelus acompañado por 25 mil fieles en la plaza. Ha pedido de nuevo paz para Ucrania
En este segundo domingo de Adviento el Papa ha invitado a la conversión de acuerdo con la lectura evangélica que presenta la figura del Bautista a quien la Iglesia propone como precursor de la venida del Mesías.
«¿Por qué la Iglesia lo propone cada año como el principal compañero de viaje durante el tiempo de Adviento? ¿Qué se esconde detrás de su severidad, detrás de su aparente dureza? ¿Cuál es el secreto de Juan?», ha preguntado Francisco. La explicación sobre Juan el Bautista ha permitido al Papa reflexionar sobre la hipocresía y el Adviento. El Bautista era muy popular y muchos se acercaban a él no siempre con buenas intenciones o rectitud de corazón; por eso, desarrolló una «reacción alérgica» a la falsedad, a la actitud de los que «no aprovecharon la ocasión de la gracia, la oportunidad de comenzar una vida nueva Por ello, Juan les dice: ‘Dad el fruto que pide la conversión’». Francisco ha asegurado que con estas palabras el Bautista quería advertir a los fariseos de que estaban desperdiciando su vida. Esas palabras también son actuales porque «la hipocresía es el peligro más grave, porque puede arruinar también las realidades más sagradas», ha lamentado el Santo Padre.
«¿Y no somos también nosotros, a veces, un poco como aquellos fariseos?»
Por eso, Juan el Bautista, y después Jesús, son duros con los hipócritas y los soberbios, porque quieren despertarlos. El ejemplo opuesto a estos son los pecadores que acudían a ser bautizados porque demostraban que «para acoger a Dios no importa la destreza, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento».
«¿Y no somos también nosotros, a veces, un poco como aquellos fariseos? Tal vez miramos a los demás por encima del hombro, pensando que somos mejores que ellos, que tenemos las riendas de nuestra vida, que no necesitamos cada día a Dios, a la Iglesia, a los hermanos», ha preguntado el Papa que ha propuesto el Adviento como un tiempo para reflexionar sobre estas cuestiones. Porque es «un tiempo de gracia para quitarnos nuestras máscaras y ponernos a la fila con los humildes; para liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados y acoger el perdón de Dios, para pedir perdón a quien hemos ofendido. Así comienza una nueva vida».
La receta de Francisco para lograr desprendernos de la hipocresía y el sentido de superioridad es la humildad. Así, según ha explicado el Santo Padre, nos será posible ver en los demás a un hermano y en Jesús a un Salvador para todos.
«Y recordemos de nuevo una cosa: con Jesús la posibilidad de volver a comenzar siempre existe. ¡Siempre! Él nos espera y no se cansa nunca de nosotros», ha concluido el Papa no sin antes invitar a no dejar pasar este Adviento «como los días del calendario porque es un tiempo de gracia para nosotros, ahora, aquí».
Tras la oración mariana, ha saludado a los 25 mil fieles que le han acompañado en la plaza, de acuerdo con las cifras que ofrece la Gendarmería Vaticana. También ha recordado que el jueves es el día de la Inmaculada y a su intercesión ha confiado las oraciones por la paz, «especialmente para el martirizado pueblo ucraniano».